electricidad, energía solar, renovables
Greenpeace insta al Gobierno de Zapatero a que emprenda las
medidas necesarias para que el coste del kilowatio-hora nuclear
refleje la totalidad de los costes de la generación eléctrica de
origen nuclear: minería del uranio, construcción y funcionamiento
de centrales nucleares, gestión de los residuos radiactivos,
desmantelamiento de las instalaciones, contaminación radiactiva, y
seguridad, entre otros.
"En un sistema eléctrico liberalizado, como el que se supone que
existe en España, es inaceptable que sea el ciudadano el que tenga
que cubrir, a costa de su bolsillo, los costes derivados de la
generación de origen nuclear y que éstos no se reflejen en el
precio real de la electricidad nuclear" -ha declarado Carlos Bravo,
responsable de la Campaña de Energía Nuclear de Greenpeace.
En España la industria nuclear ha venido disfrutando durante
muchas décadas de un inaceptable trato de favor por parte de los
sucesivos gobiernos, en forma de ayudas y subsidios directos e
indirectos, que ha transferido a los ciudadanos de forma
sistemática, quienes se ven obligados a costearlos a través de su
factura de la luz.
Entre otras medidas, se han trasladado a la tarifa eléctrica,
que pagamos los ciudadanos, todas las ineficiencias económicas de
la energía nuclear: el coste de la minería del uranio, el
enriquecimiento y la fabricación del combustible de uranio, la
construcción y funcionamiento de centrales nucleares (y los costes
hundidos del fracaso de estas inversiones a través de los llamados
CTC), la gestión de los residuos radiactivos y el desmantelamiento
de las instalaciones.
El coste de la gestión de los residuos nucleares, según los
cálculos de la Empresa Nacional de Residuos Radiactivos (ENRESA)
reflejados en el vigente V Plan Nacional de Residuos Radiactivos de
1999, será cerca de 10.000 millones de euros.
"El desorbitado coste de la gestión de los residuos radiactivos
es la prueba más obvia del fracaso económico de la energía nuclear"
-añadió Carlos Bravo- "A pesar de estos datos indiscutibles, la
industria nuclear aún tiene la desfachatez de afirmar que es
competitiva".
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