Activistas de Greenpeace han accedido a las instalaciones de la empresa armamentística Expal para denunciar que esta empresa fabrica bombas de racimo y reclamar su prohibición total.
Activistas de Greenpeace agredidos en la acción pacífica contra la empresa Expal que fabrica bombas de racimo
Además, escaladores de la organización han desplegado en la
fachada de la empresa una pancarta gigante con la imagen de un niño
mutilado por las bombas de racimo, que simboliza todas las víctimas
inocentes que estas bombas causan por todo el mundo. La imagen
está construida con miles de pequeñas bombas. En ella se lee el
lema: "Expal fabrica bombas de racimo que mutilan". Por otro lado,
otro grupo de activistas ha llenado el vestíbulo del edificio con
prótesis y siluetas de personas amputadas por este armamento.
La prótesis, que se entregará también en el Ministerio de
Defensa y en el de Exteriores, simboliza a todas las personas que
han resultado mutiladas, heridas o muertas como consecuencia de una
bomba de racimo. Además, Greenpeace hará entrega de un vídeo donde
una víctima de Camboya reclama la prohibición de estas armas.
"Gracias por escucharme. Espero que dejéis de usar y fabricar
bombas de racimo. Quiero enseñaros personalmente el resultado de
vuestros productos. Por ello, me gustaría ofreceros esto como
símbolo de vuestras acciones, como símbolo de lo que producís y
como símbolo del efecto que tenéis en el mundo. Gracias". Este el
testimonio de Sot, un chico camboyano de 18 años, que tuvo un
accidente con explosivos sin detonar en el año 2004. El testimonio
ha sido entregado a la empresa por activistas de Greenpeace.
Greenpeace ha intentado en varias ocasiones establecer contacto
con la empresa y esto no ha sido posible por la falta de respuesta
por su parte.
Estos días y hasta el 30 de mayo tiene lugar en Dublín una
Conferencia Diplomática de la que debe salir el texto de un Tratado
de prohibición de las bombas de racimo. Más de 100 gobiernos
participan en las negociaciones. Pero también hay una importante
presencia de la sociedad civil, con representantes de más de 200
ONG de todo el mundo.
Ciertos gobiernos están planteando iniciativas que debilitarían
el resultado del Tratado, por ejemplo proponiendo excepciones para
ciertos tipos de bombas de racimo que, supuestamente, no tienen
efectos inaceptables sobre las poblaciones civiles. El Gobierno
español se sitúa en este grupo y mantiene una postura muy ambigua.
Por un lado, defiende que las consideraciones humanitarias deben
ser lo primero. Pero, por otro, señala que ciertos tipos de bombas
con sistemas de desactivación podrían seguir siendo permitidas.
Este tipo de arma coincide con algunas de las que se fabrican en
España (1).
"La postura del Gobierno español es inaceptable. No hay bombas
de racimo buenas. Matan a los civiles durante los bombardeos y
después de que las guerras hayan terminado. Nunca se ha demostrado
que existan esas armas seguras, sino todo lo contrario. En todos
los conflictos donde se han usado han causado tremendos impactos
sobre la población civil", denuncia Mabel González, responsable de
la campaña de Desarme de Greenpeace.
El Tratado debe ser integral, sin excepciones y sin retrasos
para su entrada en vigor. Sólo así se logrará, además de la
prohibición, que signifique la estigmatización de este tipo de
arma, al igual que hace 10 años sucedió con las minas
antipersonales. Esta será la única forma de que dejen de
utilizarse.
(1) Dos empresas españolas, Expal e Instalaza, fabrican bombas
de racimo. Expal fabrica la BME-330 antipista, e Instalaza fabrica
la MAT-120, una granada de mortero con submuniciones. El ejército
español también tiene un arsenal de este tipo de armamento, con al
menos las dos anteriores y las Rockeye, un modelo
estadounidense.
Greenpeace ha intentado en diversas ocasiones entrar en contacto
con Expal para exponerle su posición con respecto a las bombas de
racimo. Esto no ha sido posible ya que esta empresa no ha
respondido a ninguna de las cartas o llamadas.