José Bové, en primer término y campaigner de Greenpeace. Tras ellos el carguero Golden Lion.
Representantes de movimientos de agricultores como Confederación
Paisana y el colectivo Los Segadores Voluntarios -entre ellos el
dirigente José Bové- han acompañado la protesta a bordo del barco
de Greenpeace. Mientras varios manifestantes han pintado No a los
OMG en el casco del barco transgénico, ocho activistas que
desplegaron un cartel fueron detenidos por la policía francesa.
"Este carguero transgénico nunca debería haber zarpado hacia
Europa. A pesar del rechazo de los ciudadanos europeos, millones de
toneladas de soja transgénica entran en la alimentación de los
europeos cada año sin su consentimiento. Los ciudadanos que hoy
protestan pacíficamente en Francia están dejando claro que el
consumidor europeo no quiere soja transgénica", ha afirmado Juan
Felipe Carrasco, responsable de la campaña contra los transgénicos
de Greenpeace España.
La expansión de la soja de Monsanto en Argentina para ser
exportada hacia la UE ha causado la destrucción de millones de
hectáreas de ecosistemas de alto valor y ha sustituido actividades
ganaderas y cultivos de patatas, judías o arroz. Según un informe
publicado la semana pasada, al menos 2,3 millones de hectáreas de
bosques primarios argentinos han sido destruidos desde 1996 para
sembrar soja Roundup Ready de la multinacional Monsanto, habiéndose
desplazado de sus tierras a comunidades indígenas y a miles de
pequeños agricultores. El destino de esta soja transgénica es
fundamentalmente el engorde de la ganadería europea.
En Europa, el rechazo de los consumidores al uso de organismos
modificados genéticamente en la alimentación ha logrado que la
industria apenas los utilice en la producción de alimentos. Sin
embargo, la nueva legislación europea no obliga a las empresas a
etiquetar la carne, la leche o los huevos derivados de animales
alimentados con transgénicos. De este modo, sigue pasando
desapercibida la utilización de soja o maíz transgénicos a través
de los piensos.
Hoy las tres organizaciones han exigido el cese de las
importaciones de transgénicos a la región francesa de Bretaña, la
cual recientemente ha hecho pública su intención de convertirse en
una zona libre de transgénicos. En España, varias comunidades
autónomas han declarado su intención de convertirse en Zonas Libres
de Transgénicos y están trabajando política y administrativamente
en ello.
"Los cultivos transgénicos representan la punta de lanza de una
agricultura industrial destructiva, que amenaza tanto al medio
ambiente como la supervivencia de los pequeños productores" -dijo
el dirigente agrario José Bové- "Unas pocas corporaciones
transnacionales agroquímicas y productoras de semillas transgénicas
están dominando el mundo agrario. Queremos terminar con este ciclo
infernal y que los productores franceses no sean dependientes de
estos sucios cultivos. Es muy simple: los transgénicos no tienen
lugar alguno dentro de una agricultura sostenible."
España importa unas 6 millones de toneladas de soja, de las
cuales 4 millones están modificadas genéticamente. Alrededor de 3
millones provienen de Argentina, donde el 99% de la soja es
transgénica.
"Eliminar selvas o bosques enteros, destruyendo el hogar de
jaguares, pumas o comunidades indígenas para dar de comer al ganado
europeo es inaceptable" -dijo Carrasco- "Ninguna industria puede
defender semejante paradoja. Esperamos que por el contrario, las
empresas de alimentos decidan resguardar su reputación ante los
consumidores rechazando los ingredientes derivados de la
agricultura transgénica".
El gobierno del PSOE no parece que tenga intención de cambiar la
política que mantenía el PP. El Ministerio de Agricultura estuvo a
punto de aprobar unilateralmente un Real Decreto para eliminar la
responsabilidad e las multinacionales biotecnológicas y legitimar
la contaminación de los cultivos convencionales y ecológicos. "Es
deseable que, tanto el Ministerio de Medio ambiente como la
sociedad civil impidan la aprobación de una norma injusta y
peligrosa para el futuro del agro español", ha concluido
Carrasco.