Greenpeace y Médicos sin fronteras llevando ayuda a los suervivientes del tsunami
Hasta el día 26 de diciembre de 2004 Meulaboh tenía 40.000
habitantes. Esa mañana las olas gigantes devastaron sus playas y
llegaron al centro de la ciudad matando a no menos de la mitad de
su población.Se estima que el maremoto que arrasó el sureste
asiático e incluso llegó la costa oriental de África ha causado al
menos 219.000 muertes. Por ello, los supervivientes de Meulaboh son
ahora los beneficiarios, por tercer vez, de la ayuda de la
operación que Médicos Sin Fronteras y Greenpeace han puesto en
marcha y en por la que el Rainbow Warrior salió de Singapur hace ya
tres semanas.
La situación en Meulaboh es algo mejor que en las anteriores dos
misiones del Rainbow. Ahora hay más botes locales para ayudar en el
reparto de la ayuda y la coordinación entre los equipos de
Greenpeace, MSF y los propios vecinos ha mejorado sustancialmente
en los últimos días, lo que ha redundado en una distribución más
eficaz de la ayuda. Esta consiste básicamente en agua potable,
depuradoras, tiendas de campaña y medicinas. Y aunque las cosas van
algo mejor, todavía queda mucho por hacer. Las carreteras parece
que están algo más limpias pero el estado general de destrucción,
con escombros y ruinas por todas partes, sigue siendo siendo la
tónica general.
En el final de la estancia en Lamno ya se pudo comprobar una
mejora en la coordinación entre todos. Así, este lunes el Rainbow
Warrior pudo iniciar las labores de descarga nada más llegar a la
bahía con dos barcas de pescadores locales ya preparadas según
echaba el ancla, con lo que la operación se ha podido completar en
menos de dos horas.
Tres miembros del equipo de Greenpeace, Christian, Abby y el
doctor de a bordo, Clive, han aprovechado el día para visitar el
campamento de desplazados de Lamno y recabar información in situ.
El informe que han traído al volver detallaba la espléndida labor
de los voluntarios de MSF en Lamno y sus alrededores. Todas las
depuradoras de agua que se habían traído desde Krueng Raya ya están
operativas y proporcionando agua potable a cuatro campamentos de
desplazados. Otros materiales desembarcados desde el buque insignia
de Greenpeace han servido para mejorar las infraestructuras
hospitalarias y para poner instalar una gran cantidad de letrinas.
Esto representa un avance enorme, en especial en la para prevenir
la aparición de epidemias. La expedición de Greenpeace está
enormemente satisfecha de ver todo este esfuerzo conjunto está
dando sus frutos tan rápidamente y beneficiando a tantos
damnificados sobre el terreno. Estos logros no hubieran sido
posibles si Greenpeace y el Rainbow Warrior no hubieran podido ir
allí a prestar su ayuda.
Abby ha pasado el día comprobando los avences en la coordinación
entre MSF y Greenpeace y la eficacia del reparto de las donaciones.
Él mismo nos cuenta sus impresiones de cuál es la situación en una
de las zonas que más de lleno recibió el impacto del desastre:
"Cuando íbamos hacia Lamno por la carretera daba igual a qué lado
miraras: no quedaba absolutamente nada. Sólo suelos destrozados que
te recuerdan que en algún momento aquí había casas. Nuestro guía
nos dice que esta era un área muy densamente poblada. Desde la
costa hasta muchos metros tierra adentro lo único que queda en pie
son tres edificios de cemento semidestrozados. Parece como si no
los hubieran acabo de construir: no les queda pintura en las
paredes y ladrillos desnudos que aparecen aquí y allí".
Phil, otro de los voluntarios de Greenpeace en esta misión,
relata que "las palmeras están empotradas en las pocas paredes de
las casas que han resistido. A pesar de todo, me he dado cuenta de
que si tú sonríes la gente de aquí te responde rápidamente con otra
sonrisa. Así, basta con decir hola para acabar sentado con gente
mayor, mujeres y niños que te cuentan sus historias y tú las tuyas.
Cuando ya volvíamos, con la lluvia cayendo en gruesas gotas a
través de un aire cargado la gente nos gritaba: "¡Gracias!". Muy
humildes, sólo pueden sonreir y saludar. Aquí hay un resurgir que
aparece a través del desastre, una nueva esperanza".
Por su parte Abby ha comprobado en el terreno el arduo trabajo
de MSF: "Cuando llegamos al campamento base nos unimos a uno de los
camiones de MSF que va a hacer su ruta de reparto de agua. Le
acompañamos hasta un manantial donde llena sus tanques y volvemos
con él a la ciudad. Allí nos deja en una pista de badminton, frente
a una escuela, donde un grupo de médicos estadounidenses han
establecido un servicio médico. Más allá de la escuela se asienta
otro campo de desplazados (los desplazados se diferencian de los
refugiados en que estos lo están fuera de su país y los primeros
dentro de sus propias fronteras) en un terreno donde se jugaba al
fútbol. Allí MSF está trabajando para poner una máquina
potabilzadora, duchas y retretes.
En el camino de vuelta vemos una escena curiosa. Varios
supervivientes están empujando con un jeep a una embarcación y
tratan de ponerla en la carretera para poder llevársela y
repararla. No me extrañaría que dentro de poco esa barca estuviera
arreglada y ayudándonos a llevar la ayuda humanitaria desde el
Rainbow hasta las aldeas más remotas".
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