Activistas de Greenpeace elevan un globo aerostático demandando el cierre de la central nuclear de Garoña.
El anuncio del cierre de Garoña fue realizado el 10 de enero de
2007 por la Vicepresidenta del Gobierno, Mª Teresa Fernández de la
Vega. Por su parte, el Presidente Zapatero ha reiterado en diversas
ocasiones, en sede parlamentaria, que el Gobierno cumplirá su
compromiso de /"sustituir de forma gradual la energía nuclear por
energías más limpias, más seguras y menos costosas"/.
El funcionamiento peligroso de la central nuclear de Garoña,
debido al agotamiento de su vida útil y sus graves problemas de
seguridad hacen deseable su cierre inmediato y definitivo. Hay que
recordar que Garoña sufre problemas de agrietamiento múltiple por
corrosión en diversos componentes de la vasija del reactor y graves
fallos en su cultura de seguridad, además tiene un negativo impacto
medioambiental, social y económico ya que devalúa los recursos
agrícolas ganaderos y naturales de su entorno y sobre las
actividades económicas asociadas a los mismos.
Además, su escasa aportación a la red eléctrica (menos del 1,4%
del total) hace aún más fácil prescindir de esta obsoleta
instalación, ya totalmente amortizada por la compañía propietaria
(Nuclenor). Esta poco significativa contribución de Garoña a la red
eléctrica está en la actualidad más que sobradamente compensada por
la producción mediante fuentes de energía renovable. Así en 2006,
sólo la energía eólica ya produjo 6 veces más electricidad que la
central de Garoña, según datos oficiales de Red Eléctrica
Española.
El cierre urgente de la central nuclear de Garoña es una demanda
fuertemente reclamada por numerosos colectivos sociales,
ecologistas, sindicales, vecinales, desde numerosas fuerzas
políticas, así como desde las instituciones de Euskadi. Por
ejemplo, el mes de febrero pasado, la Unión Sindical de Comisiones
Obreras (CC.OO.) de Castilla y León, la Confederación Sindical de
CC.OO de Euskadi y la Unión Regional de CC.OO de La Rioja,
aprobaron una resolución conjunta pidiendo el cierre de la central
nuclear de Garoña y un Plan de Desarrollo Económico y Social
alternativo para la comarca.
Por todo ello, las asociaciones ecologistas animan a los
ciudadanos a participar en la marcha por el cierre de la central
nuclear de Garoña, que tendrá lugar el próximo sábado 11 de agosto
a las 18 horas. La marcha comenzará en la localidad de Barcina del
Barco, desde donde los participantes saldrán hacia las
instalaciones de Nuclenor. La seguridad
de esta obsoleta instalación nuclear está seriamente degradada,
por lo que su funcionamiento entraña un riesgo inaceptable para la
salud pública y el medio ambiente.
La central nuclear de Garoña sufre un grave problema de
agrietamiento por corrosión, que afecta a componentes internos de
la vasija del reactor (la cual alberga el combustible de uranio, y
es, el verdadero corazón de la central nuclear), motivo por el cual
la seguridad de esta instalación se encuentra seriamente
comprometida. De hecho, un informe del Consejo de Seguridad Nuclear
(CSN), del 21 de mayo de 2003, realizado a petición de Greenpeace,
pone de manifiesto que el estado de la vasija de Garoña ha
empeorado de forma significativa, agravándose la pésima situación
en que ya se encontraba.
Es necesario recordar que en noviembre de 2005 la central
demostró una grave falta de cultura de seguridad, calificada por el
mismo Consejo de Seguridad Nuclear de nivel 1, cuando se detectó
con siete meses de retraso una anomalía que afecto gravemente al
correcto funcionamiento de la instrumentación nuclear
post-accidente.
El enorme potencial de las energías renovables en España y el
amplio margen existente para mejorar la eficiencia energética,
permiten el comienzo inmediato, con el cierre de Garoña, del
programa de abandono progresivo pero urgente de la energía nuclear
prometido por el Gobierno socialista y el Presidente Zapatero.
En ese sentido, Greenpeace demanda al Gobierno que se sume al
liderazgo internacional de Alemania en materia de energías
renovables y eficiencia energética y proceda urgentemente a cerrar
las centrales nucleares, que son el gran obstáculo para el
desarrollo a gran escala de las energías limpias. La energía
nuclear no sólo no tiene cabida en un modelo energético sostenible,
sino que además supone un freno en su rápida consecución.
A pesar de las falsedades difundidas por el lobby nuclear, la
industria nuclear está en declive desde hace varías décadas, a
causa de su fracaso económico, tecnológico y medioambiental. El año
2006 fue una nueva prueba de ello, reduciéndose el número de
reactores en operación, en número de 5 en términos netos (se
cerraron 8 centrales, incluyendo la de Zorita, y se abrieron sólo
3). Es un hecho demostrado y contrastable que la energía nuclear
cada vez aporta menos al panorama energético mundial y cada vez
está más fuera de juego en el mercado energético.