Central nuclear de Ascó, Tarragona
El análisis realizado por Greenpeace a partir de los datos
proporcionados por el CSN demuestra que más del 86% de las
partículas calientes emitidas -y recogidas hasta principios de
junio de 2008-, producían una radiactividad, referenciada a fecha
11 de abril de 2008, suficiente como para superar los límites
legales aplicables a miembros del público en caso de contaminación
interna. (1)
Además, las partículas con tasas de dosis por encima de 0,093
mSv/h, que representan más del 27% del total, habrían producido
dosis superiores a 20 mSv, límite legal de los trabajadores en un
año. Si el nivel de radiactividad se refiriese a la fecha en la que
se produjo su emisión, a finales del 2007, la dosis de radiación se
incrementaría entre un 20 y un 30% más.
Según los datos proporcionados por el CSN, tres de las
partículas calientes presentaban tasas de dosis de 1 mSv/h, que es
el nivel mínimo para la clasificación de zona naranja (de
permanencia estrictamente reglamentada) en una central nuclear.
Estas tres partículas darían lugar a unas dosis superiores a 216
mSv en nueve días, lo que equivale a 20 veces por encima del límite
de los trabajadores. Estos niveles de radiactividad son
suficientemente elevados como para que se deban analizar supuestos
de exposición y contaminación externa, ya que las dosis
equivalentes que producirían en órganos como la piel o las
extremidades serían muy elevadas y se sitúan muy por encima de los
límites aplicables.
Ante estos datos, Greenpeace pide al CSN que detalle de manera
exhaustiva la comparación de los niveles de radiactividad de las
partículas con los límites de dosis, algo a lo que se viene
resistiendo reiteradamente y que estime la cantidad total de
radiactividad liberada en el escape. El CSN tampoco ha reportado
información sobre la radiactividad de todas las partículas. Entre
otras ausencias, no ha incluido las partículas detectadas fuera de
la instalación, en el centro de reciclado de materiales metálicos
de Reus al que se llevó la chatarra con tierra contaminada con
partículas la central nuclear en abril.
Por otro lado, la información aportada por el CSN de los datos
de las sondas de detección de la red REVIRA dan plena constancia de
que los picos de radiactividad medidos en dos estaciones (una sonda
ubicada en la propia central y de otra ubicada en la playa de la
Almadraba, a unos 50 kilómetros de la central) evidencian una
correlación entre los momentos en los que se arrancó el sistema de
ventilación normal del edificio de combustible y las emisiones de
radiactividad al medio ambiente detectadas en ambas estaciones de
la red.
Además, se comprueba que la emisión más importante de partículas
radiactivas no se produjo el día 29 de noviembre, si no a mediados
del mes de diciembre, cuando, una vez terminada la recarga de
combustible, se empezó a descontaminar el sistema. "Toda la
radiactividad desprendida en la limpieza del sistema en lugar de
ser gestionada como residuo fue emitidaa la atmósfera, lo que no es
sólo un hecho reprobable, es, además, un delito medioambiental, ya
que ello era perfectamente conocido por la central", ha declarado
Carlos Bravo, responsable de la Campaña de Energía nuclear de
Greenpeace.
Las gráficas de las señales de los detectores muestran también
un constante incremento de la media de radiactividad en el medio
ambiente a lo largo del mes de diciembre de 2007, así como
importantes picos de radiactividad entre el 14 y el 19 de
diciembre, a finales de diciembre y principios de enero. Estos
picos coinciden con la puesta en funcionamiento del sistema de
ventilación normal durante el proceso de descontaminación y
demuestran que las emisiones no se limitaron al momento en el que
se volcó el contenido del depósito de la aspiradora con agua
altamente radiactiva a la piscina en el mes de noviembre, si no que
las emisiones se repitieron en diciembre y en enero, probablemente
liberando las partículas sólidas desprendidas durante el "rascado"
de los componentes internos del sistema de ventilación.
"Una simple revisión de los datos de la red REVIRA hubiera
permitido concluir a los técnicos del CSN que se estaban
produciendo fugas de radiación al medio ambiente en noviembre, y
también en diciembre y enero. Por lo que cabe preguntarse si lo que
hay de trasfondo es una manifiesta negligencia o, por el contrario,
una ocultación intencionada de estos graves hechos", en opinión de
Carlos Bravo.
Notas
1. Mientras que el CSN ha referido en sus notas de prensa que el
Co-60 permanece en el cuerpo unos tres días en caso de
contaminación interna (sin citar ninguna referencia rigurosa que lo
justifique), un informe realizado a petición del Ministerio de
Defensa de Canadá sobre preparación ante emergencias radiológicas
en caso de ataques con bombas radiactivas sucias al que ha tenido
acceso Greenpeace concluye que el tiempo de vida media de
residencia del cobalto 60 (Co-60) en el cuerpo humano (suponiendo
que no se utilizan medidas para facilitar su expulsión) es de 9
días. Esto significaría que, durante este tiempo, las partículas
calientes emitidas por la central de Ascó con dosis iguales o
superiores a 0,0046 miliSievert/hora (mSv/h), que son más del 86%
del total, habrían dado lugar a una dosis superior al límite legal
en un año para miembros del público (que actualmente es de 1 mSv),
caso de haberse ingerido.