Poznan, Polonia. 12 de diciembre de 2008. El oso polar sin hogar, refugiado ambiental, hace "auto-stop" para que alguien le lleve a Copenhague, donde un compromiso internacional se debe acordar en 2009 si se quiere evitar un cambio climático catastrófico.
Trescientos activistas de Greenpeace, procedentes de toda Europa, han bloqueado esta mañana en Bruselas las salidas del edificio donde se reúnen los ministros de Economía. Están discutiendo la financiación a los países en desarrollo para combatir el cambio climático.
Greenpeace apela a la responsabilidad personal de los líderes
políticos para solucionar esta crisis y les urge a comprometerse
para que las negociaciones progresen de forma que sea posible
alcanzar un acuerdo en Copenhague que permita salvar el clima.
"Los diplomáticos y negociadores presentes en la reunión de Bonn
han estado mareando la perdiz durante dos semanas mientras en el
mundo real, el hielo de nuestros polos se derrite a un ritmo
alarmante y efectos tan contundentes como las riadas se han
mostrado en su máximo esplendor en países como Australia. Ha
llegado el momento de poner las cartas sobre la mesa en las
negociaciones climáticas porque si queremos salvar el clima no
podemos permitirnos que la segunda reunión preparatoria de la
cumbre de Copnehague, que va a celebrarse en el mes de junio, siga
el mismo curso que la de Bonn" ha declarado Aida Vila, responsable
de la campaña de cambio climático y energía de Greenepace.
Sin embargo, la actitud positiva de la Administración Obama,
representando a Estados Unidos en este foro por primera vez, ha
conseguido aportar algo de optimismo y, si bien no ha sido capaz de
empujar las conversaciones hacia compromisos formales positivos, sí
ha contribuido a la consecución de pequeños progresos informales en
determinados temas.
"La incorporación de los Estados Unidos ha representado un soplo
de aire fresco, pero sería deseable que, más allá del clima de
optimismo o esperanza que ha generado, la Administración Obama
fuera capaz de dar impulso a la maquinaria negociadora en un futuro
próximo" ha afirmado Vila.
Los países desarrollados no han sido capaces de acordar
objetivos de reducción de emisiones ambiciosos ni de asumir su
responsabilidad histórica en esta crisis, ya que no han ofrecido a
los países en desarrollo los fondos necesarios para enfrentarse a
los efectos del cambio climático que ya les están azotando, detener
la deforestación e implementar sus propias medidas para contribuir
a los objetivos globales de reducción de emisiones.
Greenpeace considera necesario que Estados Unidos aporte
propuestas concretas a la reunión preparatoria que va a tener lugar
en el mes de junio y que, junto con el resto de países
industrializados, sean capaces de poner sobre la mesa las
cantidades capaces de propiciar los compromisos necesarios,
también, por parte de los países en desarrollo. Esto significaría
que los países desarrollados deben, como mínimo, ofrecer a los
países más pobres 110.000 millones de euros anuales para 2020, que
deben ir acompañados de un compromiso de reducción de emisiones del
40%, para la misma fecha, en relación con los niveles de 1990.
"Los líderes políticos deben asumir la realidad: Estamos al
borde de enfrentarnos a un cambio climático imparable y del que no
haya marcha atrás y es urgente intervenir para detener esta
tendencia y evitar las peores consecuencias. Es todavía posible
salvar la vida a los millones de personas que ya se encuentran en
peligro y evitar que el resto tenga que enfrentarse a la peor cara
del cambio climático. Ha llegado el momento de que nuestros
políticos demuestren que son capaces de proteger el mundo además de
liderarlo", ha concluido Aida.