Comunicado de prensa - marzo 31, 2005
El Departamento de Pesca y Océanos de Canadá no se cansa de recordar que las focas de Groenlandia (harp seal en inglés) han sido cazadas en el Ártico canadiense desde el siglo dieciseis. Sin embargo, la caza comercial de focas que se lleva a cabo en el Atlántico tal y como la conocemos hoy comenzó a desarrollarse en 1980. Esta evolución es el resultado de la prohibición impuesta por Estados Unidos en 1972 impidiendo la importación de productos derivados de las focas (piel, grasa o carne), que fue seguido en 1983 por una prohibición temporal de la Unión Europea de importar las pieles blancas características de las crías de foca (que sólo conservan su manto blanco hasta los 12-14 días de edad).
Foca de Groenlandia en los hielos de Terranova
Ambas prohibiciones ocasionaron el colapso del mercado de pieles
de foca en Europa. La Unión Europea transformó la restricción
temporal sobre las pieles de foca en una prohibición definitiva en
1989. En 1987, la legislación canadiense impidió la caza de focas
con barcos factoría.
La International Marine Mammal Association (Asociación
Internacional de Mamíferos Marinos), que ha documentado la caza de
focas llevada a cabo en Canadá desde sus inicios hasta la
actualidad, ha puesto de manifiesto como los científicos comenzaron
a expresar su preocupación sobre los impactos de la caza de focas
de Groenlandia ya a comienzos de los años 50. Los científicos
calculan que la población de esta especie de foca descendió entre
un 50% y un 66% entre 1950 y 1970. El colapso del mercado tuvo el
efecto de reducir la caza de focas a 51.000 individuos (aunque la
cuota oficial fue de 186.000) entre 1983 y 1995.
A partir de 1996, Asia reemplazó a Europa como principal destino
del aceite y las pieles de foca (junto con pequeñas cantidades de
carne). Esto hizo que el número de focas muertas pasara de 60.000
en 1995 a 240.000 en 1996, cifra apoyada por la estimaciones de
población elaboradas por el Gobierno canadiense. En 1997, el número
aumentó a 270.000. El último Plan de Gestión elaborado por el
Gobierno de Canadá establece una cuota de caza de 975.000 focas
para el perioro 2003-2005.
Estas cifras arrojan graves sombras sobre las posibilidades de
supervivencia de la Foca de Groenlandia. Además, la caza comercial
no es el único problema al que se enfrentan estos mamíferos
marinos: el cambio climático, los problemas con las redes de pesca,
la contaminación marina y la destrucción de sus hábitats han sido
ignorados por el Gobierno de Canadá a la hora de elaborar su plan
de gestión.
Greenpeace considera que el Gobierno de Canadá está actuando de
forma irresponsable y arrogante en lugar de proteger a la Foca de
Groenlandia y asegurar su conservación, por lo que se opone
firmemente a esta caza.