La DMA es la ley europea que rige la política desde el 2004 y
tendrá que cumplirse en su totalidad antes del 2015. Esta Directiva
trata de recuperar la calidad de las aguas continentales
abandonando la política de infraestructuras hidráulicas que se ha
demostrado ineficaz y obsoleta y adoptando una visión ambientalista
del medio hídrico que permita su adecuada protección.
Los principales problemas de la cuenca son:
-
La excesiva demanda de agua. Los responsables son la agricultura
y el sector turístico (22 campos de golf, complejos hoteleros y
urbanizaciones). El resultado es la sobreexplotación(1) y la
salinización(2) de sus acuíferos (el 37% de las masas de agua
subterránea están sobreexplotadas). Esto ha provocado, entre otras
cosas, la desaparición de humedales(3), altera el correcto
desarrollo de los ecosistemas asociados al medio fluvial y marino e
incluso pone en serie peligro de extinción diversas especies
acuáticas como el samaruc y el fartet.
Si la Confederación no pone los medios necesarios para paliar
esta grave situación y conservar su medio hídrico, la Cuenca del
Júcar no sólo continuará sufriendo problemas de disponibilidad de
agua, sino que estos problemas se agudizarán por los elevados
índices de contaminación y la creciente demanda.
"La lucha contra la contaminación no sólo permitiría aumentar
más la disponibilidad de recursos hídricos que la construcción de
embalses, trasvases o desaladoras, sino que es la única forma de
asegurar que habrá agua para las futuras generaciones. Es urgente
que la Confederación elimine los vertidos que están poniendo en
peligro la salud pública y el medio ambiente", ha afirmado Juan
López de Uralde, director ejecutivo de Greenpeace.
"Los Gobiernos valenciano y castellanomanchego tienen que dejar
de incumplir la ley y acometer el saneamiento integral de todas sus
aguas residuales. Si se siguen postergando estas medidas la cuenca
no cumplirá los objetivos de la DMA", ha declarado Julio Barea,
responsable de la campaña de aguas de Greenpeace.
Éstas son algunas de las conclusiones que Greenpeace ha extraído
sobre la Cuenca Hidrográfica del Júcar en su informe "Agua: la
calidad de las aguas en España. Un estudio por cuencas", el primero
que analiza la totalidad de las aguas continentales españolas
(ríos, acuíferos, lagos, humedales, estuarios, rías...).
Greenpeace ha realizado esta investigación para conocer el
estado de las aguas continentales en un momento crucial: la entrada
en vigor de la DMA. El estudio se centra en la calidad de los
recursos hídricos, que será en el futuro la que marcará la
disponibilidad del agua en todo el Estado. El término calidad
incluye la contaminación (grado de toxicidad de los diferentes
vertidos), el estado ecológico de las aguas superficiales (la buena
salud del ecosistema y su capacidad de regeneración) y el estado
químico de las subterráneas.
La principal conclusión del informe afirma que en el Estado
español sólo el 11% de las aguas superficiales y el 16% de las
subterráneas están en este momento en condiciones de cumplir en
2015 los objetivos que marca la DMA. Es decir, sólo el 11% de las
aguas superficiales tiene calidad suficiente para mantener su poder
de autodepuración y los ecosistemas que dependen de ella. Y en el
caso de las subterráneas, sólo el 16% mantiene las cualidades
químicas suficientes para que se puedan utilizar en abastecimiento
y riego.
(1) La sobreexplotación consiste en extraer más agua de la que
entra en el acuífero. Esto provoca que se sequen ríos, manantiales
y pozos que se alimentan de ellos.
(2) Cuando se saliniza un acuífero deja de ser útil para
cualquier uso (consumo, riego o industrial). Su recuperación a
corto plazo es imposible, y sólo se consigue dejando de extraer
agua del acuífero durante largos periodos de tiempo.
(3) Los humedales juegan un papel esencial en el ciclo
hidrológico, por ejemplo, en el almacenamiento de recursos hídricos
o en la recarga de acuíferos.