Greenpeace califica de muy deficiente el estado del agua en la Cuenca Hidrográfica del Ebro en su informe “Agua” presentado hoy en rueda de prensa. De hecho, la propia Confederación reconoce que sólo el 43% de sus masas de agua superficiales podrán cumplir los objetivos ambientales de la Directiva Marco del Agua, DMA. Es decir, que sólo el 43% de sus aguas podrían tener un estado de calidad suficiente para mantener su poder de autodepuración y los ecosistemas que dependen de ella. Esto, cuando todavía queda el 51,79% de las aguas por analizar. Pero lo que ha hecho que Greenpeace califique de muy deficiente el estado de la cuenca es el importante grado de contaminación que presentan algunos tramos como el de Flix, donde se acumulan 300.000 toneladas de residuos tóxicos muy peligrosos (incluso radioactivos). O asuntos como el vertido de DDT al Cinca, el único de estas características que queda en toda Europa.
La DMA es la ley europea que rige la política desde el 2004 y
tendrá que cumplirse en su totalidad antes del 2015. Esta Directiva
trata de recuperar la calidad de las aguas continentales
abandonando la política de infraestructuras hidráulicas, que se ha
demostrado ineficaz y obsoleta, y adoptando una visión
ambientalista del medio hídrico que permita su adecuada
protección.
Los principales problemas de la cuenca son:
-
Los vertidos de origen industrial. Por su peligrosidad y
toxicidad causan graves efectos sobre el medio ambiente y la salud
pública. Un dato: las 300.000 toneladas de residuos peligrosos de
Ercros están depositados dentro del cauce del Ebro, del que se
abastece una población cercana al medio millón de personas.
-
La contaminación de sus acuíferos. Las malas prácticas agrícolas
han provocado que 29 masas de aguas subterráneas estén afectadas
por contaminación por nitratos (con niveles superiores a los
50mg/l). La ganadería, por su parte, ha provocado que el 39% de los
acuíferos estén contaminados por el vertido de purines.
-
Las infraestructuras. Los numerosos embalses y azudes existentes
en la cuenca producen una modificación en el régimen de
sedimentación de los cauces y provoca una disminución en el aporte
de nutrientes necesarios, que son imprescindibles para el correcto
desarrollo de los ecosistemas asociados al medio fluvial como por
ejemplo el delta del Ebro que hoy recibe sólo el 1% de sus
aportaciones sedimentarias naturales.
Si la Confederación no pone los medios necesarios para paliar
esta grave situación y conservar su medio hídrico, la Cuenca del
Ebro no sólo continuará sufriendo problemas de disponibilidad de
agua, sino que estos problemas se agudizarán por los elevados
índices de contaminación y la creciente demanda.
"La lucha contra la contaminación no sólo permitiría aumentar
más la disponibilidad de recursos hídricos que la construcción de
embalses y trasvases, sino que es la única forma de asegurar que
habrá agua para las futuras generaciones. Es urgente que la
Confederación elimine los vertidos industriales que se producen en
sus ríos y acuíferos y ponen en peligro la salud pública y el medio
ambiente", ha declarado Juan López de Uralde, director ejecutivo de
Greenpeace.
"Las Administraciones autonómicas tienen que dejar de incumplir
la ley y acometer el saneamiento integral de todas sus aguas
residuales. Si se siguen postergando estas medidas la cuenca no
cumplirá los objetivos de la DMA" ha declarado Julio Barea,
responsable de la campaña de aguas de Greenpeace.
Éstas son algunas de las conclusiones que Greenpeace ha extraído
sobre la Cuenca Hidrográfica del Ebro en su informe "Agua: la
calidad de las aguas en España. Un estudio por cuencas", el primero
que analiza la totalidad de las aguas continentales españolas
(ríos, acuíferos, lagos, humedales, estuarios, rías...).
Greenpeace ha realizado esta investigación para conocer el
estado de las aguas continentales en un momento crucial: la entrada
en vigor de la DMA. El estudio se centra en la calidad de los
recursos hídricos, que será en el futuro la que marcará la
disponibilidad del agua en todo el Estado. El término calidad
incluye la contaminación (grado de toxicidad de los diferentes
vertidos), el estado ecológico de las aguas superficiales (la buena
salud del ecosistema y su capacidad de regeneración) y el estado
químico de las subterráneas.
La principal conclusión del informe afirma que en el Estado
español sólo el 11% de las aguas superficiales y el 16% de las
subterráneas están en este momento en condiciones de cumplir en
2015 los objetivos que marca la DMA. Es decir, sólo el 11% de las
aguas superficiales tiene calidad suficiente para mantener su poder
de autodepuración y los ecosistemas que dependen de ella. Y en el
caso de las subterráneas, sólo el 16% mantiene las cualidades
químicas suficientes para que se puedan utilizar en abastecimiento
y riego.
(1) Las especies introducidas compiten por el espacio y el
alimento, depredan o se hibridan con la fauna autóctona, introducen
parásitos y enfermedades, alteran los procesos ecológicos y reducen
la calidad ambiental.