Comunicado de prensa - junio 20, 2008
Greenpeace pide al Consejo Europeo que, frente a la subida del precio del crudo, reconozca la necesidad de un futuro sin petróleo, cuyo primer paso es una legislación que limite obligatoriamente las emisiones de CO2 de los turismos a 120 g/km para 2012 y a 80 g/km para 2020.
Contaminación por la emisión de CO2 procedente de coches.
Durante la celebración del primer día del Consejo Europeo ha
quedado patente la ruptura de opiniones entre sus representantes
sobre cómo solucionar el impacto del incesante crecimiento del
precio del petróleo. Tras el nuevo récord del crudo a 138$ por
barril, la Unión Europea (UE) se enfrenta ahora a superar otro
límite que parecía infranqueable: cada día gasta más de 1.000
millones de euros en importación de crudo. De esta cifra, 400
millones de euros se emplean, cada día, en petróleo para el
carburante que se "quema" en los coches.
En la actualidad, la industria del automóvil europea aporta unos
300 millones de euros diarios de "valor añadido". Esto significa
que el valor económico que ésta aporta es bastante menor que el
dinero que se emplea para hacer que los coches europeos se
muevan.
"La competitividad europea, al contrario de lo que dice la
industria automovilística, se verá fuertemente afectada por su
dependencia del petróleo si no actúa con urgencia para reducir su
consumo y, por lo tanto, sus emisiones de CO2", -ha declarado Sara
Pizzinato, responsable de la campaña de Transporte de
Greenpeace.
Al mismo tiempo, el pasado 9 de junio, la canciller alemana,
Angela Merkel, y el presidente francés, Nicolas Sarkozy, llegaron a
un acuerdo que minará la efectividad de la primera herramienta de
la UE en discusión en el Parlamento Europeo que podría reducir de
forma obligatoria de las emisiones de CO2 de los coches que se
vendan en Europa. Si este acuerdo llegara a imponerse, la
herramienta en estudio más potente para reducir emisiones de los
turismos, se transformaría en un retraso de otros siete años del
acuerdo voluntario que la industria firmó en 1996, con el objetivo
de 140 g/km para 2008. El pacto Merkel-Sarkozy significaría una
reducción a 138 g/km para 2015 en lugar de 2008, algo que ya
deberían haber cumplido de forma voluntaria.
"No es posible que por un lado se hable del problema del
petróleo y por otra aceptar que, por favorecer a la industria
automovilística, se primen los coches más derrochadores, frente a
la emergencia del cambio climático" -ha añadido Pizzinato.
Greenpeace pide al Consejo Europeo que tome una decisión firme
que deje claro que Europa no está gobernada por los intereses de la
industria y que tome una posición firme en materia de eficiencia en
el transporte para enfrentarse al cambio climático apostando por
una economía independiente del petróleo.