500 voluntarios de la organización, entre ellos 40 españoles, llegados de más de 20 países han formado junto a la torre Eiffel un símbolo de la paz y después, vestidos con camisetas de diferentes colores, un arcoiris gigante, mientras se desplegaba una pancarta con el lema “No se puede hundir un arcoiris”. Se hacía así referencia al hundimiento el 10 de julio de 1985 por parte de los servicios secretos franceses del buque insignia de Greenpeace, el Rainbow Warrior (Guerrero del Arcoiris).
Miembros de la tripulación originaria del Rainbow Warrior conmemoran el 20 aniversario de la muerte del fotógrafo Fernando Pereira y del hundimiento del Rainbow Warrior por parte de los servicios secretos franceses, con el beneplácito de Mitterrand, en la había de Matauri en Nueva Zelanda. Un miembro de la tripulación consuela a Marelle Pereira, hija de Fernando Pereira.
500 voluntarios de la organización, entre ellos 40 españoles, llegados de más de 20 países han formado junto a la torre Eiffel un símbolo de la paz y después, vestidos con camisetas de diferentes colores, un arcoiris gigante, mientras se desplegaba una pancarta con el lema “No se puede hundir un arcoiris”. Se hacía así referencia al hundimiento el 10 de julio de 1985 por parte de los servicios secretos franceses del buque insignia de Greenpeace, el Rainbow Warrior (Guerrero del Arcoiris).
500 voluntarios de la organización, entre ellos 40 españoles, llegados de más de 20 países han formado junto a la torre Eiffel un símbolo de la paz y después, vestidos con camisetas de diferentes colores, un arcoiris gigante, mientras se desplegaba una pancarta con el lema “No se puede hundir un arcoiris”. Se hacía así referencia al hundimiento el 10 de julio de 1985 por parte de los servicios secretos franceses del buque insignia de Greenpeace, el Rainbow Warrior (Guerrero del Arcoiris).
500 activistas de Greenpeace de 20 países hacen el símbolo de la PAZ y del arco iris a la sombra de la torre Eiffel para conmemorar la muerte del fotógrafo Fernando Pereira y el hundimiento del Rainbow Warrior, por parte de los servicios secretos franceses, con el beneplácito de Mitterrand. Hace veinte años dos explosiones hundieron el buque insignia de Greenpeace, guerrero del arco iris, cuando se dirigía a Mururoa para impedir las pruebas nucleares Francesa.
Los voluntarios han guardado dos minutos de silencio en memoria
de Fernando Pereira (el fotógrafo de Greenpeace que murió en ese
atentado) y de todas las víctimas de la violencia, de la guerra y
del terrorismo. "Ninguna bomba resulta aceptable. Ni las que
hundieron el Rainbow Warrior cuando trataba de evitar las pruebas
de Mururoa, ni las utilizadas por los terroristas, ni las que
Estados Unidos, Reino Unido, Francia y otros países mantienen en
sus arsenales nucleares", afirma la organización, que trabaja desde
sus inicios por un mundo libre de armas nucleares.
Todavía bajo la conmoción de los terribles atentados que han
sacudido la ciudad de Londres y en recuerdo del bombardeo del
Rainbow Warrior (RW) en la bahía de Auckland (Nueva Zelanda) que
costó la vida al fotógrafo Fernando Pereira, Greenpeace ha
reafirmado su compromiso a favor de la paz.
La noche del 10 de julio de 1985, cuando el RW se preparaba para
encabezar una flotilla con destino a Muroroa para protestar
pacíficamente contra los ensayos nucleares de Francia, agentes de
los servicios secretos franceses colocaron dos cargas explosivas en
el casco del barco. La explosión de la segunda bomba supuso la
muerte de Fernando Pereira, que estaba en su camarote recogiendo
sus cámaras, y el hundimiento de barco.
El mundo se estremeció al comprobar que el Gobierno francés era
el autor del ataque. Dos agentes de los servicios secretos
franceses fueron condenados a diez años en prisión por homicidio
involuntario y siete por incendio provocado. Sin embargo, en los
meses siguientes Francia ejerció una fuerte presión sobre Nueva
Zelanda y llegó a un acuerdo que permitió a los dos inculpados
cumplir condena en una prisión militar en Francia. En poco más de
dos años fueron puestos en libertad y resgresaron a París, donde
recibieron homores y reanudaron sus carreras. Las Naciones Unidas
ordenaron a Francia el pago de una compensación económica con la
que Greenpeace pudo botar un segundo Rainbow Warrior en 1989.
Las acciones llevadas a cabo por los dos buques Rainbow Warrior
fueron determinantes para conseguir que en 1995 Francia abandonara
sus pruebas nucleares y para que se aprobara un Tratado para la
prohibición completa de estas pruebas. Sin embargo, este Tratado
aún no ha entrado en vigor, en el mundo sigue habiendo unas 30.000
armas nucleares y la amenaza es cada vez es mayor.
"Mientras las potencias nucleares -Estados Unidos, Reino Unido,
Francia, China y Rusia- no cumplan con sus compromisos de desarme,
es inevitable que más países quieran sumarse a ese club y que
aumente el riesgo de que los terroristas consigan materiales
radiactivos. Por no hablar del escándalo que supone, mientras que
cerca de la mitad del planeta sobrevive con un dólar diario, el
continuo aumento del gasto billonario en los arsenales nucleares,
un gasto que alimenta los conflictos en vez de contribuir a la
paz", ha declarado Eva Suárez, responsable de la campaña de Desarme
de Greenpeace.
Por eso, veinte años después del hundimiento del RW Greenpeace
continúa con su trabajo a favor de la paz y el desarme. "No servirá
de nada enfrentar la violencia con más violencia. Una escalada en
el cómputo global de armas nucleares no evitará la amenaza de la
guerra o del terrorismo. La seguridad global, muy al contrario,
depende del desarme, de la igualdad de oportunidades y de la
protección de los recursos del planeta para las futuras
generaciones", añadió Suárez.
Más información en la página especial sobre el
hundimiento del Rainbow Warrior: