Página - noviembre 4, 2010
El cambio climático, además de incrementar la temperatura, da como resultado unos patrones de clima más extremos; más lluvia, sequías más largas, tormentas más fuertes y violentas, más incendios y la diseminación de enfermedades tropicales. Y ninguno de estos impactos respeta las fronteras nacionales.
Casas derrumbadas a la orilla del río debido a los fuertes vientos y la lluvia del tifón Reming, en Albay (Filipinas) a 340 kilómetros de Manila.
Durante la década de los años 80, más de 700.000 personas murieron como consecuencia directa de condiciones climáticas severas, incluyendo inundaciones y sequías. Los años 90 demostraron ser aún más catastróficos. Entre los diferentes tipos de catástrofes naturales, las inundaciones, las tormentas tropicales, las sequías y los terremotos son los más destructivos, seguidos de los desprendimientos de tierras y tormentas. Varios millones de personas han sufrido la pérdida de sus hogares, padecido enfermedades como consecuencia del desastre, graves pérdidas económicas y tragedias personales.
El riesgo de inundación por desbordamiento de ríos aumentará en la mayoría de las regiones europeas, en las zonas costeras el riesgo de inundaciones, erosión y pérdida de zonas húmedas aumentará sustancialmente con repercusiones para la industria, el turismo, la agricultura y los hábitats costeros.
Por otro lado, las olas de calor de 2000 y 2003 provocaron sequías en Europa. Temperaturas superiores a 45ºC secaron ríos y destruyeron campos. El nivel de las aguas cayó en picado, teniendo grandes pérdidas en la agricultura debido a las malas cosechas. Se pronostica que veranos así serán “normales” en pocas décadas. De hecho, la ola de calor de 2003, costó la vida de 20.000 personas, especialmente personas mayores y la agricultura sufrió un descenso del 30% en su producción.