Seguridad
La seguridad nuclear es un ideal inalcanzable. Todos los reactores nucleares tienen fallos de seguridad inherentes, que no pueden ser totalmente eliminados mediante programas de mejora.
Después del accidente nuclear ocurrido en Japón las centrales nucleares europeas están siendo sometidas a unas pruebas de resistencia, también conocidas como stress tests. Greenpeace considera que se están llevando a cabo sin el rigor, la independencia ni la transparencia necesaria.
En España, las pruebas que se están realizando no contemplan evaluar la resistencia de las nucleares al impacto de aeronaves, lo que incumple el mandato del Congreso de los Diputados. Además, las pruebas de resistencia parecen haber sido diseñadas para que todas las centrales las aprueben sin problemas. Es el ejemplo de Garoña que ha aprobado el examen de resistencia sísmica, cuando no resistiría un terremoto como el ocurrido en la localidad murciana de Lorca en 2011.
Un accidente grave en un reactor nuclear puede llevar a liberaciones de radiactividad equivalentes a varias veces la que se produzco en la catástrofe de Chernóbil en 1986 o la de Fukushima en 2011. además de quedar demostrado que los accidentes nucleares se pueden producir en cualquier parte del mundo aproximadamente cada diez años
La ampliación de la vida de los reactores más allá de lo previsto en su diseño original conduce a la degradación de componentes críticos y al incremento de incidentes severos.
Además, la liberalización de los mercados eléctricos ha empujado a las empresas con centrales nucleares a disminuir las inversiones en seguridad.
Por otro lado, los desastres naturales y los impactos del cambio climático, tales como inundaciones, sequías extremas o aumento del nivel del mar incrementan seriamente el riesgo nuclear. Finalmente, los reactores nucleares corren el riesgo de sufrir un posible acto terrorista. Ante todos estos problemas, su cierre es la única solución aceptable.
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