En otoño de 2011 Robert Knoth y Antoinette de Jong visitaron con Greenpeace la región de Fukushima para ser testigos de los efectos que la lluvia radiactiva procedente de la triple fusión en la central nuclear de Fukushima Daiichi había provocado. En esta zona de Japón, el fantasma de la radiación amenaza a las personas, a los animales y al medio ambiente.
Las tierras agrícolas que se cuidaron con esmero ahora se vuelven agrestes, las zonas de columpios y las gasolineras están contaminadas y abandonadas y la naturaleza reclama las carreteras. Cada foto capta la belleza fantasmagórica de una región que permanece en el limbo mientras la lluvia radiactiva impregna todos los aspectos de la vida.
Mapa de Japón que muestra la zona tratada en esta exposición.
Nivel de radiación de 5,7 microsieverts por hora / 70 veces por encima de lo normal. El nivel normal antes del desastre nuclear de Fukushima era de 0,08 microsieverts por hora.
Almacén abandonado y en estado de deterioro en el pueblo de Tsushima, distrito de Namie, cerca de la zona de exclusión alrededor de la central nuclear de Fukushima Daiichi. Los altos niveles de radiación impiden el regreso de los trabajadores, es posible que nunca puedan regresar.
Durante 26 años Tatsuko Ogawara y su marido Shin se dedicaron a la agricultura ecológica en Funehiki, labrando, plantando y cosechando la misma tierra en la que las seis últimas generaciones de su familia habían trabajado. El 15 de marzo, cuatro días después del terremoto y del tsunami, la alarma de su detector de radiación, comprado tras el desastre de Chernóbil, saltó y siguió pitando según subía el nivel de radiación. Fue un momento terrorífico para la familia.
Se marcharon a Koriyama durante cinco días. Sin embargo, estaban intranquilos por lo que podía pasar en su pequeña granja, así que su marido y su suegra decidieron volver. “Tenemos ganado y gallinas, teníamos que regresar para alimentarlos. No podíamos dejarlos y marcharnos a otra parte."
“Hasta ahora yo estaba en contra de la energía nuclear pero no hacía nada. Sin embargo, después de este terrible accidente pienso que si no hago algo ahora, ¿cuándo lo voy a hacer? Si nosotros no hacemos nada, ¿quién lo hará? Todos los días me pregunto qué debería hacer. He decidido hacer incluso cosas pequeñas, todo lo que pueda hacer."
El 21 de marzo, 10 días después del desastre de Fukushima, el Sr. Sato utilizó su cuenta de Twitter para pedir al Gobierno que facilitase información sobre el accidente a los residentes de su ciudad natal, Iitate, cercana al lugar del accidente. Ahora tiene alrededor de 6.000 seguidores.
El Sr. Sato cree que el desastre provocó un distanciamiento generacional enorme en los pueblos evacuados. “Nosotros queríamos abandonar el pueblo poco después del accidente porque pensábamos que no estábamos seguros allí. Sin embargo, las personas mayores no se querían marchar, así que nos tuvimos que quedar”. Días más tarde todos tuvieron que ser evacuados.
El Sr. Sato vive ahora en la ciudad de Fukushima City, echa de menos su pueblo, sus amigos y su familia. Habla con pasión de la belleza del pueblo, de las casas de madera tradicionales, de los jardines, los campos y árboles. Para él, el desastre no solo afectó a las personas también perturbó un estilo de vida al que es posible que nunca pueda volver.
La Sra. Oga y su marido son antiguos residentes y agricultores del pueblo de Okuma Machi, a unos 7,5 kilómetros de la central nuclear de Fukushima Daiichi. Cuando tuvo lugar el desastre se acababan de mudar a la nueva casa que habían construido.
Al igual que otras personas de la región, tuvo tres oportunidades para volver a su propiedad, pero no quiso solicitarlas porque cree que no se deben dar tantas facilidades para volver a una zona tan contaminada. Su marido regresó y confirmó que el terremoto no había dañado la casa pero que en su huerta reinaba la maleza y su perro, al que no pudieron ir a salvar, había desaparecido. Alguien había cortado la correa pero desconocían si seguía vivo. Ahora viven en un pequeño apartamento en Aizu, lejos de su hogar, y, por el momento, el sueño de la Sra Oga de vivir y trabajar en el campo se ha esfumado.
Akiyo Suzuki, madre de tres hijos, y su familia tuvieron que marcharse un mes a Hokkaido después del triple desastre del 11 de marzo. La familia vive en Watari, un distrito de Fukushima City. Cuando tuvo lugar el accidente nuclear, le resultó difícil encontrar información precisa sobre los peligros a los que estaban expuestos y descubrió que, entre lo que aparecía en Internet y lo que contaban los periódicos y la televisión, había grandes diferencias.
"Yo ya compraba cosas que no tuvieran pesticidas, ahora intento comprar cosas que no contengan radiación, pero esa información no siempre aparece en el envoltorio” – declara la Sra. Suzuki.
Su familia se ha separado, la mayoría vive en Fukushima City para que su hijo pueda terminar el último año de colegio mientras ella y su marido van al trabajo. Sin embargo, su hija de 13 años decidió cambiar de colegio y quedarse con unos familiares en Hokkaido. El viaje que deben realizar para poder verse es largo y caro, la Sra. Suzuki no cree que pueda volver a ver a ver a su hija hasta la primavera.
Aunque ella hubiera preferido que se trasladase a sus 165 alumnos a un lugar lejos de la radiación, la Sra. Tanji sigue dirigiendo el colegio de Minami Fukushima lo mejor que puede dadas las circunstancias. Al igual que muchas otras áreas de Fukushima City, el colegio no era un lugar seguro para los niños porque estaba demasiado contaminado, pero después de la descontaminación que llevó a cabo la comunidad pudo seguir abierto.
Hace poco el Gobierno decidió enviar al colegio un póster explicativo sobre las medidas que los niños deben tomar para jugar en el exterior de forma segura, entre ellas están evitar el agua de las alcantarillas y del césped. Asimismo, en el póster aparecen unos niños sonrientes explicando cómo sacudirse el polvo para que la contaminación no entre en el interior. A la Sra. Tanji no le sorprendió que ésta fuera toda la información y ayuda del Gobierno.
Nueve generaciones de la familia de la Sra. Satsuki han vivido en Iitate. Antes de ser evacuada a Fukushima City llevaba una granja con sus hijos. Cuando la metieron en el centro de ayuda no podía dormir por el ruido y estaba angustiada por la pérdida de su pueblo, su trabajo y por no poder cultivar y preparar su propia comida.
Algunas veces regresa por un día o dos para comprobar cómo está la casa y arreglarla un poco. A pesar de que la comunidad de Iitate se dispersó por varias ciudades, intenta reunirse, cada dos meses, para hablar de los problemas a los que se enfrenta y sobre cómo organizar las fiestas religiosas que siguen siendo parte importante de la vida del pueblo.
La escuela primaria Iitoi del pueblo Iitate se encuentra vacía desde la triple fusión en la central nuclear de Fukushima Daiichi. El pueblo de Iitate está situado entre bellas montañas verdes a más de 40 km de la central nuclear. A pesar de estar más allá de la zona de exclusión de 20 km está peligrosamente contaminada. La mayoría de los habitantes de Iitate y de los pueblos cercanos se han marchado. Solo quedan los ancianos y los que no pueden abandonar sus negocios.
Nivel de radiación entre 3-13 microsieverts por hora -entre 38 y 160 veces por encima de lo normal-. El nivel normal antes del desastre nuclear de Fukushima era de 0,08 microsieverts por hora.
Las calles, casas y negocios permanecen vacíos en el sudeste de Kawamata porque la contaminación radiactiva obligó a los residentes a ser evacuados. Al igual que ocurre en otros pueblos del área solo queda un puñado de residentes: sus amigos, familia y la comunidad en general fueron evacuados a lugares más seguros de Fukushima City, Yonezawa y Nihonmatsu.
Nivel de radiación de 1,73 microsieverts por hora -22 veces por encima de lo normal-. El nivel normal antes del desastre nuclear de Fukushima era de 0,08 microsieverts por hora.
Los semáforos y las farolas alumbran la curva de la carretera 114 que lleva a la zona de exclusión de Tsushima, un pueblo enclavado entre montañas en un hermoso valle verde del distrito de Namie.
Tras el desastre en la central nuclear de Fukushima Daiichi, el viento llevó la contaminación radiactiva hacia Namie durante tres días, lo que expuso a sus ciudadanos a altos niveles de radiación. No hubo ningún aviso. Finalmente se evacuó a miles de residentes de los pueblos a viviendas temporales en Nihonmatsu. Si podrán o no volver a sus pueblos, sigue siendo una incógnita.
Nivel de radiación entre 8-13 microsieverts por hora -entre 52 y 238 veces por encima de lo normal-. El nivel normal antes del desastre nuclear de Fukushima era de 0,08 microsieverts por hora.
Tsushima está cerca de la zona de exclusión de 20 km alrededor de la central nuclear de Fukushima Daiichi. A pesar de que se encuentra fuera de esa zona está muy contaminada porque, durante tres días, el viento condujo la lluvia radiactiva de la triple fusión hacia el pueblo.
La población estuvo expuesta a altos niveles de radiación. A pesar de que las autoridades disponían de información que señalaba que esto ocurriría, nadie avisó a los habitantes. Finalmente se evacuó a miles de residentes de los pueblos a viviendas temporales en Nihonmatsu. No saben si podrán o no volver a sus pueblos.
Nivel de radiación entre 2,3-3,0 microsieverts por hora -entre 28 y 38 veces por encima de lo normal-. El nivel normal antes del desastre nuclear de Fukushima era de 0,08 microsieverts por hora.
Según se acerca el otoño, las hojas se vuelven rojizas y doradas en el bosque cercano al pueblo de Tsushima en el distrito de Namie. El pueblo está fuera de la zona de exclusión que rodea la central nuclear de Fukushima Daiichi pero aun así la contaminación es muy alta. La población fue evacuada a viviendas temporales en Nihonmatsu, aunque dado el nivel de contaminación es posible que nunca puedan volver a sus casas.
Nivel de radiación de 5,0 microsieverts por hora -62 veces por encima de lo normal-. El nivel normal antes del desastre nuclear de Fukushima era de 0,08 microsieverts por hora.
Un coche abandonado en la carretera del pueblo de Tsushima, distrito de Namie. Los evacuados no pueden costear el aparcamiento de la ciudad a la que han sido enviados y por ello muchos dejaron atrás sus vehículos, que ahora forman parte del paisaje contaminado.
Nivel de radiación de 8,9 microsieverts por hora -110 veces por encima de lo normal-. El nivel normal antes del desastre nuclear de Fukushima era de 0,08 microsieverts por hora.
Los árboles y plantas que se podaron con esmero ahora viven entre la maleza en un jardín privado de Tsushima, distrito de Namie. El jardinero fue evacuado hace tiempo con el resto de la población del pueblo.
Nivel de radiación de 10,0 microsieverts por hora -125 veces por encima de lo normal-. El nivel normal antes del desastre nuclear de Fukushima era de 0,08 microsieverts por hora.
El idílico paisaje rural que ofrece la campiña de Tsushima está en realidad demasiado contaminado como para poder pasear por él. Al igual que muchas zonas cercanas al pueblo, la contaminación de la triple fusión de la central nuclear de Fukushima Daiichi irradió el medio ambiente hasta tal punto que no está claro si los residentes podrán volver o no.
Nivel de radiación de 4,8 microsieverts por hora -60 veces por encima de lo normal-. El nivel normal antes del desastre nuclear de Fukushima era de 0,08 microsieverts por hora.
Esta granja abandonada se encuentra en la carretera provincial 399, que serpentea a lo largo de verdes y ondulantes montañas, junto al perímetro de la zona de exclusión de los 20 km que rodea la central nuclear de Fukushima Daiichi. Tras la triple fusión, los niveles de radiación alrededor de la carretera eran tan altos que los habitantes se vieron obligados a abandonar sus casas y granjas y marchar a lugares más seguros en Fuskushima City y Nihonmatsu. Quizá los residentes nunca puedan volver.
Nivel de radiación entre 10-13 microsieverts por hora -entre 125 y 162 veces por encima de lo normal-. El nivel normal antes del desastre nuclear de Fukushima era de 0,08 microsieverts por hora.