El pasado viernes 27 de enero, el Consejo de Ministros aprobó un Real Decreto Ley que impone una moratoria al desarrollo de las energías renovables. Todo un torpedo a la línea de flotación del pujante sector español de las energías renovables, mientras que semanas atrás el Gobierno lanzó varios salvavidas al decrépito sector nuclear (alargar la vida de la central nuclear de Garoña, gemela de Fukushima, e impulsar el proyecto del cementerio nuclear centralizado).

Entre otros argumentos para frenar el desarrollo de las renovables (y las inversiones aparejadas) y justificar ese Real Decreto, el ministro de Industria, Energía y Turismo, J. Manuel Soria, ha argumentado públicamente que España, uno de los líderes mundiales en estas tecnologías, lleva ocho años de adelanto a otros países en su instalación ¿Será que el ministro Soria se avergüenza de que España sea líder mundial en este campo? ¿Por eso quiere que nos quedemos atrás? Imaginamos quién le estará asesorando, pero le pedimos al ministro Soria que se informe bien y tenga en cuenta datos como los siguientes.

Hace unos días, el pasado 17 de enero, Bloomberg New Energy Finance daba a conocer que en 2011 se produjo un nuevo récord en las inversiones mundiales en energía limpia: 260.000 millones de dólares. Esta cifra supone un 5% más que en 2010 y casi 5 veces más que los 53.600 millones de dólares invertidos en 2004. Este dato es una demostración clara de la pujanza y rentabilidad económica de las energías limpias.

Se trata de los resultados de su Clean Energy and Energy Smart Technologies League Tables, que se basan en la mayor base de datos mundial de transacciones financieras en el sector de las energías limpias y las tecnologías inteligentes.

Invertir en renovables no es sólo una opción energética o de política climática, es una forma de defender a sectores clave en España como el turismo que ya están sufriendo graves impactos por culpa del cambio climático. Además, respaldar el crecimiento de la energía renovable es impulsar la creación de nuevos puestos de trabajo estables, tal como han constatado multitud de informes nacionales e internacionales, el último el informe publicado por la Agencia Internacional de la Energía Renovable (IRENA) este mes de enero sobre renovables y empleo.

Mientras tanto, la energía nuclear sigue cosechando sonados fracasos en el mundo por su falta de competitividad y elevado coste. Así, en Holanda, el proyecto de construir una nueva central nuclear (Borsselle-2) ha fracasado por motivos económicos. Promovido por la compañía eléctrica holandesa Delta, en 2011 se unió al proyecto el gigante eléctrico alemán RWE. Anteriormente, Delta y la eléctrica estatal francesa EDF habían firmado un acuerdo de entendimiento para poner en marcha este proyecto.

Sin embargo, aunque Delta, EDF y RWE se las prometían muy felices al principio, las cosas no fueron tan sencillas. Además de la creciente oposición popular, los elevados costes económicos del proyecto terminaron por hacer abandonar a los socios de Delta, primero a EDF y después a RWE, de sus iniciales intenciones. Al quedarse sola, Delta anunció, a finales de 2011, que se daba seis meses para buscar un nuevo socio y/o lograr el apoyo económico del gobierno holandés, y que en cualquier caso, sólo asumiría una participación del 25% del proyecto.

Pero, finalmente, Delta no ha apurado ni siquiera su propio plazo. Sólo un mes después, ha anunciado que sus planes para construir una nueva central nuclear quedan definitivamente congelados. Su principal argumento: ¡¡resulta imposible financiar la construcción de ese nuevo reactor!!

Si el ministro Soria se informara bien, sabría que para cumplir con las promesas electorales del PP de reactivar la economía y generar empleo es indispensable apostar decididamente por el impulso de las energías renovables.

Carlos Bravo (@CapitanFoton), responsable de la campaña Anti-nuclear de Greenpeace

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