"Abejas si! Transgénicos No!"...este era el grito que se hacía escuchar ayer en una manifestación en Sevilla que juntó miles de agricultores y ganaderos convocados por la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG) y apoyada por la Plataforma Rural y la Plataforma Andalucía Libre de Transgénicos (PALT), de la cual Greenpeace es miembro. Con esta consigna se exigía en unisono la prohibición inmediata de los cultivos transgénicos tanto comerciales como experimentales al aire libre.

“De los diferentes sectores ganaderos, el sector apícola es un claro ejemplo de la armonía que debe existir entre producción y medio natural. (...) el sector apícola se configura como uno de los mejores modelos de producción sostenible.”, así lo consagra el Programa Nacional de Medidas de Ayuda a la Apicultura, España 2011-2013 en su introducción. Pero si permitimos la liberación de transgénicos al medio ambiente arruinaremos por completo un sector que es fundamental para la agricultura y los ecosistemas en general.

El pasado 6 de septiembre de 2011 el Tribunal Superior de Justicia de la UE (TSJUE) declaraba no apta para su comercialización en la UE las mieles que contengan polen proveniente de plantas modificadas genéticamente, poniendo a la miel y el polen españoles bajo sospecha, al ser España el país con mayor superficie de cultivos transgénicos, y provocando una alteración del mercado por el “bloqueo” que ha sufrido una parte de la cosecha. Ese mismo día, exigimos al Gobierno que adoptara medidas urgentes para evitar daños en la apicultura española, pero hasta el momento no se ha hecho absolutamente nada!!!

España puede marcar la diferencia en un mercado altamente competitivo con sus productos de calidad, en particular, en el sector apícola, somos los principales productores y exportadores de miel. Los cultivos transgénicos, no sólo no ofrecen la calidad exigida cada vez más por los consumidores y consumidoras, sino que ponen en juego un producto de innegable calidad como es la miel.

A la manifestación acudieron también apicultores franceses puesto que los cultivos transgénicos en España pueden afectar profundamente su producción (las principales zonas donde se cultivan transgénicos, Aragón y Cataluña, en España hacen frontera con Francia,).

Aún puedo sentir en mis manos el olor acre pero agradable del humo con el cual ayer los apicultores llenaban las calles de Sevilla, puedo sentir en mis manos sus manos fuertes de quién trabaja el campo día tras día para ofrecernos productos de calidad y en mis oídos y mente sigue retumbando el grito “Abejas SÍ, #TransgénicosNO” que muestra lo que llevamos diciendo años y años. Una agricultura y ganadería que busque productos de calidad no es compatible con una agricultura que opte por los transgénicos. La coexistencia no es posible!

Al campo no se le pueden poner puertas, tampoco parar el viento con un tamiz y las abejas de momento no conocen fronteras, no distinguen cultivos ni saben leer carteles, por eso solo prohibiendo los cultivos transgénicos se puede salvaguardar un sector fundamental para la preservación de nuestra seguridad alimentaria.

No me gustaría nada volver a leer el libro “Muerte de un apicultor” de Lars Gustafsson, en estos días!

Luis Ferreirim (@LFerreirim), responsable de la campaña de Transgénicos de Greenpeace

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