Comunicado de prensa - marzo 9, 2016
Un estudio de la organización ecologista concluye que no existen perspectivas de solucionar el problema en los próximos años
Greenpeace constata el fracaso de las políticas de descontaminación a pesar del potencial económico japonés
Greenpeace ha presentado hoy el informe “Heridas Nucleares: El legado eterno de Chernóbil y Fukushima”, un estudio que analiza los impactos sociales y en la salud tras los accidentes nucleares, y que expone la crisis generada por los residuos radiactivos.
Los resultados de la investigación revelan que se está reduciendo la protección radiológica en Japón y que la mayoría de las personas evacuadas tras el accidente de Fukushima se verán forzadas a volver a sus casas en 2017 aunque sus comunidades estén contaminadas. En la actualidad, cerca de 100.000 personas siguen fuera de sus casas.
Los objetivos de descontaminación del Gobierno japonés no se están cumpliendo, a pesar de ser menos exigentes que las recomendaciones internacionales, y la situación parece lejos de mejorar. Actualmente, se han almacenado más de nueve millones de metros cúbicos de residuos radiactivos, distribuidos en más de 114.000 emplazamientos, y esta cifra no parece tener fin. Sin embargo, expertos de Greenpeace han constatado cómo las labores de descontaminación son insuficientes (solo se limpian los márgenes de los caminos y 20 metros alrededor de las casas) y además la contaminación vuelve rápidamente a extenderse en las zonas ya tratadas, lo que constata que la radiactividad no puede eliminarse; solo puede trasladarse de un lugar a otro.
Greenpeace lamenta que cinco años después del accidente de Fukushima (y a un mes de que se cumplan 30 años del de Chernóbil), la industria nuclear, con el apoyo de algunos gobiernos, quiera perpetuar el mito de que la vida de las personas afectadas puede volver a la normalidad después de un accidente nuclear.
“Es fundamental que el Gobierno japonés entienda la gravedad de la situación y por eso le pedimos que, para evitar nuevos accidentes nucleares, no se reinicie ningún reactor nuclear y de el salto a las energías renovables”, ha declarado Raquel Montón, responsable de la Campaña de Energía Nuclear de Greenpeace, que ha participado en los trabajos de medición llevados a cabo en las últimas semanas en Fukushima.
Efectos sobre la salud
Los efectos sobre la salud son múltiples en las zonas contaminadas por radioactividad, especialmente a medio y largo plazo, aunque en Fukushima ya se ha observado un aumento en la incidencia de cáncer de tiroides entre los niños y niñas, y casi un tercio de las madres que viven cerca de los reactores dañados muestran síntomas de depresión.
Los estudios en los últimos 30 años en la zona de Chernóbil demuestran que las tasas de mortalidad son más altas a las del resto del país, las de natalidad más bajas y que han aumentado la incidencia del cáncer y de los problemas de salud mental.
Contaminación en el agua
Por otra parte, Greenpeace ha iniciado una investigación independiente para averiguar cómo afecta la radioactividad a los ecosistemas marinos, ya que se han producido numerosos vertidos de agua contaminada al océano, un problema que parece lejos de controlarse y que puede agravarse debido a la llegada de nueva radiactividad al mar a través de los ríos.
En la actualidad, se almacenan cerca de 800.000 metros cúbicos de agua en más de 1.000 tanques próximos a la central. Cada día se necesitan más de 300 metros cúbicos de agua para refrigerar los reactores dañados, a los que se suman aproximadamente otros 1.000 metros cúbicos procedentes de las aguas subterráneas que se contaminan al discurrir por el subsuelo del emplazamiento.
Por este motivo, Greenpeace demanda a la compañía responsable de esta contaminación, la eléctrica TEPCO, que limite al mínimo los vertidos al océano, que sea transparente y que la población sea compensada debidamente por las consecuencias de la contaminación.
“A pesar de que durante años la industria ha tratado de negarlo, es obvio que los accidentes nucleares ocurren. El de Fukushima sucedió por la connivencia entre el Gobierno, los reguladores y la empresa TEPCO, una situación que también se da actualmente en España. Sin embargo, desde Greenpeace vemos con esperanza la nueva situación que se abre con el nuevo parlamento, en el que la inmensa mayoría de los partidos políticos representados piden el cierre de la vieja central de Garoña y un cierre progresivo del resto del parque nuclear, lo que nos evitaría la amenaza de problemas como el vivido en Japón”, ha concluido Montón.
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