Comunicado de prensa - agosto 30, 2004
Para la organización ecologista Greenpeace los grandes incendios de este verano en Andalucía ponen de manifiesto el escaso interés de los poderes públicos hacia el sector forestal. A la luz de los datos provisionales sobre incendios forestales en 2004, la sociedad española está perdiendo la batalla contra el mayor enemigo de los bosques españoles:
Incendio forestal en Portugal 2003
Lamentablemente, los bosques y los incendios se han convertido en un tema netamente veraniego y ayuda a llenar los vacíos informativos del periodo vacacional. Durante el resto del año, profesionales, silvicultores, ingenieros y ecologistas solicitan una mirada de los políticos hacia el bosque, pero estos ya están preocupados en asuntos más urgentes. Los ecosistemas forestales sólo son noticia cuando arden” ha declarado Miguel Ángel Soto, responsable de la Campaña de Bosques de Greenpeace
Los datos oficiales indican que la tendencia es el incremento del número de incendios y el descenso de la superficie afectada. En cuanto a la investigación de las causas se ha realizado un cambio notable y el número de personal dedicado a estas tareas es mayor. Lamentablemente, el esfuerzo económico y humano sigue centrado en la extinción de los incendios: la puesta a punto de métodos rápidos de detección, la adquisición de medios aéreos, la contratación y formación de personal contraincendios, la coordinación entre administraciones. etc. La silvicultura preventiva y el diseño de paisajes forestales que reaccionen mejor al incendio es todavía una asignatura pendiente.
“Nada cambiará si, una vez acabada la temporada estival, la política forestal no ocupa un lugar importante en la agenda política” ha declarado Soto “Es una irresponsabilidad que la mitad del territorio nacional sea forestal y sostenga gran parte de las actividades económicas y sociales, y esta relevancia no se vea reflejada en los presupuestos”
En los últimos años diversas investigaciones han evidenciado cambios en las pautas de distribución de plantas y animales. Ligeros cambios de temperatura llevan aparejados movimientos altitudinales de especies, incluidas las plagas. Esto hace más vulnerables al incendio a los ecosistemas forestales ibéricos. El escenario futuro no es nada alentador para los bosques españoles.
“Como ocurriera con la riada que arrasó el camping de Biescas, las inundaciones de Badajoz en invierno de 1998, el vertido de lodos tóxicos en Doñana, o la catástrofe del Prestige - donde la prevención y el principio de precaución deben guiar las políticas ambientales - los incendios de este verano reproducen un mismo paisaje político: sobre la tierra calcinada se escucha el ruido de los políticos prometiendo reformas, leyes, presupuestos y reforestaciones. Proyectos que pasarán, una vez terminada la alarma social, al cajón de los asuntos pendientes”. ha añadido Soto.
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