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Greenpeace pide un tratado internacional contundente para prohibir las bombas de racimo

70 gobiernos se reúnen en Lima (Perú) en la segunda conferencia del proceso de Oslo

Comunicado de prensa - mayo 23, 2007
El proceso internacional que debe concluir con la aprobación de un tratado internacional de prohibición de las bombas de racimo en 2008 está tomando fuerza. Desde hoy y hasta el viernes, 70 gobiernos de todo el mundo se reúnen en Lima para continuar las conversaciones al respecto. Continúa así un proceso que se inició en Oslo (Noruega) en febrero. Entonces 46 países, incluyendo a España, firmaron una declaración con el compromiso de adoptar ese tratado el próximo año.

España es uno de los países que posee y fabrica bombas de racimo. Varias empresas de nuestro país las fabrican, aunque la falta de transparencia en el comercio español de armamento hace imposible saber a dónde las venden.

Las bombas de racimo pueden lanzarse desde tierra, mar o aire y dejan escapar una cantidad entre decenas y cientos de submuniciones, que se expanden sobre grandes áreas de forma indiscriminada. Muchas de ellas no explotan al impactar contra el suelo, y permanecen allí durante años o incluso décadas, mucho después de que los conflictos hayan finalizado. Funcionan así como minas antipersonales y son especialmente peligrosas para los niños, que se sienten atraídos por sus colores brillantes. Los gobiernos y organizaciones presentes en Lima discutirán el contenido de un nuevo tratado que debe ayudar a los millones de personas que viven bajo esta amenaza.

Entre los participantes en Lima hay países que tienen bombas de racimo y que incluso las han usado, como el Reino Unido y Francia, y también países afectados como Líbano, Laos, Camboya y Afganistán. China, Rusia y EE UU, por su parte, siguen oponiéndose a la prohibición de estas armas y no están presentes en la conferencia.  

"A esta reunión se han sumado más de 20 gobiernos que no estuvieron en Oslo en febrero, lo que muestra que muchos se han dado cuenta de que hay que actuar urgentemente en esta cuestión. Esperamos que todos ellos sean claros sobre la necesidad de un tratado que realmente suponga una diferencia. No pueden volverse atrás, o adoptar medidas a medias, basándose en cuestiones técnicas que no son realistas como la supuesta fiabilidad de ciertos tipos de armas", señala Mabel González, responsable de la campaña de desarme.

Algunos gobiernos tratan de eludir la prohibición de estas armas asegurando que hay soluciones técnicas, como mecanismos de auto-destrucción que reducen el número de submuniciones que no explotan y persisten en el suelo. Sin embargo, este argumento no es válido. Tanto las pruebas científicas como la experiencia de terreno muestran que esas soluciones técnicas no funcionan al 100%, y en ningún caso han logrado evitar que estas armas sigan esparcidas por grandes territorios. Este ha sido, en ocasiones, el argumento que esgrime el gobierno español para no adoptar medidas al respecto. "Reclamamos a la delegación gubernamental presente en Lima una actitud decidida para prohibir este tipo de armas, y que no actúe para rebajar el contenido del tratado ni apoye a otros que quieren hacerlo. Éste no debe ser un tratado light", afirma Mabel González.

Información adicional

Al menos 75 países de todo el mundo tienen arsenales de bombas de racimo. Al menos 34 las han producido o producen, entre ellos España. Estas armas se han usado en 25 países. 

Algunos países presentes ahora en Lima está gravemente afectados por las bombas de racimo, incluyendo algunos que no participaron en la reunión de Oslo. Entre ellos está Laos, el país del mundo más afectado por los restos de estas bombas, con decenas de millones de submuniciones sin explotar que siguen afectando a la población más de 30 años después que se terminaran los bombardeos estadounidenses.

La cuestión de las bombas de racimo volvió al centro de atención con motivo del conflicto en el Líbano en 2006, cuando Israel bombardeó con cuatro millones de submuniciones, de las cuales una cuarta parte no explotó. También se usaron en Afganistán, Kosovo e Irak.

Bélgica fue el primer país en prohibir las bombas de racimo, en febrero de 2006. Austria y Noruega han declarado moratorias para renunciar a su uso.