Central nuclear de Ascó, Tarragona
Una de las pruebas más claras de esa improvisación es la
desconcertante actuación del CSN para estudiar el potencial impacto
radiológico a las personas de la radiactividad liberada. Desde que
Greenpeace informara a la opinión pública el pasado 5 de abril de
la existencia de dicho escape radiactivo, el CSN ha pasado de, en
primer lugar "descartar riesgo radiológico en Tarragona"
(comunicado de prensa del CSN del 7 de abril), a decir que se
realizarían mediciones radiológicas a 800 personas (comunicado de
prensa del 14 de abril), para luego subir la cifra a unas 1.500
(rueda de prensa del CSN del 22 de abril) y ahora, nuevamente,
incrementar esa cifra en otras 912 hasta un total de 2.412 personas
(comunicado de prensa del CSN de 30 de abril).
Greenpeace exige al CSN que explique claramente por qué motivo
está aumentando continuamente el número de personas sometidas a
exámenes radiológicos y que aclare públicamente cuál es su plan de
actuación al respecto.
El CSN debería explicar además a la ciudadanía la importancia
más bien relativa de estas mediciones ya que, según se ha estudiado
científicamente, la permanencia en el cuerpo humano del cobalto 60,
por término medio y sin hacer uso de medidas suplementarias para su
eliminación, no supera las dos o tres semanas a lo sumo (véase, por
ejemplo, el informe técnico TM 2002-042, publicado por el
Departamento de Investigación y Desarrollo para la Defensa de
Canadá, sobre la eliminación de radionucleidos del cuerpo humano).
Algo de gran importancia en el caso del accidente de Ascó, ya que
los ciudadanos deberían haber sido informados de que las medidas de
contaminación interna que se están llevando a cabo últimamente, a
petición del CSN, entre las personas potencialmente afectadas por
el accidente.
Aún siendo de utilidad para verificar que no existen en la
actualidad personas contaminadas internamente, no servirán de mucho
para descartar por completo que no hayan podido resultar
contaminadas con anterioridad, en los cuatro meses transcurridos
desde la emisión de la radiación, porque de haber sido por
Cobalto-60 a estas alturas no existirían restos importantes de
radiactividad en su cuerpo (aunque ésta ya hubiera podido producir
efectos negativos para su salud, que podrían tardar un tiempo en
aparecer)
El Cobalto-60 es uno de los isótopos más peligrosos por sus
efectos biológicos, como lo atestigua el hecho de que su Límite de
Incorporación Anual (LIA) es de los más bajos en la reglamentación.
El Co-60 emite radiación beta, seguida de dos picos de radiación
gamma, con una energía total muy elevada (de 2.82
Megaelectron-voltios, Mev).
La falta de transparencia del CSN en este asunto es muy
preocupante. No sólo por el hecho de que el escape de radiactividad
se produjo en noviembre de 2007 y el CSN (y tampoco la central
nuclear de Ascó), que lo sabía con cierta anterioridad, no informó
de ello a la opinión pública hasta que Greenpeace lo hizo el pasado
5 de abril. También porque, a pesar de que ha pasado casi un mes
desde que trascendiera la existencia del escape, y de haber emitido
varias notas de prensa desde entonces, el CSN aún no ha
proporcionado ninguna explicación convincente de por qué y cómo se
produjo el accidente en Ascó-1, y tampoco ha comunicado cuanta
radiactividad se liberó en el escape.
"En lugar de dar a conocer la cantidad total de radiactividad
que salió al medio ambiente, el CSN se ha limitado a dar, en cuenta
gotas, información sobre el número de partículas radiactivas
encontradas, y últimamente ni siquiera eso", ha declarado Carlos
Bravo, responsable de la campaña nuclear de Greenpeace.
El conocimiento preciso de la cantidad de radiactividad emitida
al medio ambiente y del inventario de los elementos radiactivos
liberados en el escape del 29 de noviembre de 2007, es esencial
para valorar el riesgo radiológico al que se ha sometido al
público, a los trabajadores y al medio ambiente. Además, es básica
a los efectos de la cualificación de las infracciones que haya
podido cometer la central nuclear en virtud de lo dispuesto en los
artículos 87.3 y 4 de la Ley 25/1964, sobre la energía nuclear, en
la redacción que se da a este artículo en el artículo 12 de la Ley
33/2007.
Greenpeace espera que aporte luz sobre este accidente la visita
de inspección de un equipo de técnicos de la Comisión Europea para
investigar lo sucedido (visita realizada a principios de esta
semana, tras la solicitud efectuada por Greenpeace el pasado 22 de
abril, apelando a los artículos 35 a 37 del Tratado Euratom.
Greenpeace espera que el informe que realice la Comisión Europea
tras su visita sea exhaustivo y aclare, con prontitud, todos los
aspectos del accidente que hasta el momento el CSN sigue sin
desvelar.
Así, por ejemplo, es de esperar que la Comisión Europea informe
de la cantidad total de partículas radiactivas detectadas dentro y
fuera del emplazamiento de la central nuclear; que valore la
validez de los métodos de detección de las partículas y de la
posterior caracterización de las mismas; que proporcione una lista
de cada una de esas partículas, así como de su caracterización
radiológica y su nivel de radiación; que aclare si se ha respetado
estrictamente los límites de radio protección establecidos en la
legislación para el público y trabajadores; que informe de la causa
raíz real del accidente y sobre la adecuada actuación de los
operarios de la central nuclear; que concrete si se han cumplido
en su totalidad los procedimientos; que valore si el adecuado el
diseño de su sistema de ventilación; que aclare si hubo buena
coordinación entre los inspectores residentes del CSN en la central
y el propio Consejo, etc..
Y muy en especial, Greenpeace espera que la Comisión Europea se
pronuncie sobre la validez de los exámenes radiológicos llevadas a
cabo por el CSN, varios meses más tarde de cuando se produjo el
escape de radiación al medio ambiente, pretendiendo buscar
partículas radiactivas de Cobalto-60 cuando éstas tienen un tiempo
de vida media de residencia en el cuerpo humano (vida media
biológica) de unos 9 días.