Comunicado de prensa - abril 25, 2005
El envejecimiento de los reactores, los fallos inherentes a la tecnología nuclear y la pérdida de cultura de seguridad han elevado la probabilidad de sufrir un accidente a niveles nunca antes conocidos.
Un informe de expertos en seguridad nuclear realizado para
Greenpeace Internacional y presentado hoy en Viena, sede del
Organismo Internacional para la Energía Atómica (OIEA), ha
identificado un pronunciado descenso de la seguridad en reactores
nucleares de diseño occidental y ha alertado de la posibilidad de
que se produzca una grave accidente nuclear de consecuencias aún
peores que Chernóbil, la mayor catástrofe nuclear hasta ahora
conocida y de la que mañana se cumplirán 19 años.
El informe es un análisis exhaustivo de la situación de los
riesgos nucleares en el mundo. El estudio concluye que debido a la
combinación de una serie de factores (el envejecimiento de los
reactores, los fallos propios de una tecnología intrínsecamente
peligrosa, una cada vez menor cultura de seguridad nuclear como
consecuencia de la falta de competitividad de la energía nuclear en
un mercado eléctrico liberalizado, principalmente) los riesgos de
los reactores del mundo occidental han ido aumentando en los
últimos años y la probabilidad de que se produzca un accidente
nuclear es ahora mayor que nunca.
Las principales conclusiones del informe son:
- Todos los diseños de reactores tienen fallos inherentes de
seguridad muy serios que no pueden ser eliminados por medios
técnicos.
- Un accidente grave en un reactor de agua ligera (la mayoría de
los reactores en funcionamiento en el mundo; la totalidad de los
que hay ahora en operación en España) podría liberar al medio
ambiente radiactividad en un nivel varias veces superior al de la
radiactividad desprendida en el accidente de Chernóbil, y cerca de
1.000 veces mayor que la de una bomba atómica de fisión nuclear
(hay que recordar que la radiactividad liberada en el accidente de
Chernóbil equivalió a 200 veces la emitida conjuntamente en los
bombardeos atómicos de Hiroshima y Nagasaki). En ese escenario
habría que evacuar y recolocar a una gran cantidad de población en
áreas de incluso más de 100.000 km2. El número de casos de muertes
por cáncer podría exceder el millón.
- La vida útil media de los reactores a nivel mundial es de 21
años y sin embargo muchos países están planeando extender la vida
operativa de sus reactores más allá de lo previsto en su diseño
original. Esto llevará inevitablemente a una degradación de
componentes críticos para la seguridad y al incremento de
accidentes severos y podría llevar a un accidente de máximo
nivel.
- La desregulación de los mercados (es decir, la liberalización
del sistema eléctrico) ha llevado a las compañías eléctricas
propietarias de centrales nucleares a tratar de minimizar costes y
por ello a reducir las inversiones en seguridad nuclear.
Paralelamente se ha producido una progresiva pérdida de cultura de
seguridad. Al tiempo las compañías propietarias pretenden en muchos
casos aumentar la potencia de sus reactores nucleares, por ejm,
aumentando la presión y la temperatura de funcionamiento del
reactor. Esto conlleva una aceleración del envejecimiento y una
disminución de los márgenes de seguridad. Los organismos
reguladores (en España, el Consejo de Seguridad Nuclear, CSN) no
son capaces de hacer frente a esta nueva realidad.
- Las centrales nucleares no están suficientemente protegidas
contra eventuales ataques terroristas. Hay diversos escenarios
-además del posible choque de un avión comercial de una aerolínea
contra el edificio del reactor de una central nuclear- que podrían
ocasionar un accidente nuclear de máximo nivel.
- El combustible nuclear gastado, altamente radiactivo,
almacenado en las centrales nucleares o en las plantas de
reprocesamiento necesitan refrigeración activa. Si ésta falla,
podría producirse una liberación masiva de radiactividad al medio
ambiente, incluso mayor en gravedad al de la catástrofe de
Chernóbil.
- Los impactos del cambio climático, tales como grandes
inundaciones, incremento del nivel del mar y sequías extremas,
incrementan seriamente el riesgo nuclear.
"La propaganda de la industria nuclear trata de ocultar que en
realidad está sumida en una grave crisis, con un número muy
limitado de reactores en construcción y apenas encargos de nuevos
reactores, con altos costes y reactores cada vez más envejecidos"-
ha declarado Jan Vande Putte, Director de la Campaña de Energía
Nuclear de Greenpeace International.
El informe de Greenpeace contradice los recientes intentos del
OIEA de quitar importancia a los crecientes problemas de seguridad
nuclear, en su Conferencia de Revisión de la Convención de
Seguridad Nuclear, de dos semanas de duración, que tuvo lugar a
puerta cerrada, y que concluyó el pasado 22 de abril en Viena.
Greenpeace exige al OIEA que deje de promover esta peligrosa
industria. "El OIEA está actuando irresponsablemente tratando de
ocultar la crítica condición de las centrales nucleares y el
declive global de la seguridad", afirmó Van de Putte
Greenpeace demanda un rápido abandono de la energía nuclear como
la única medida efectiva para ir disminuyendo riesgos y su
sustitución por recursos energéticos más limpios, baratos y seguros
como el ahorro y la eficiencia energética y las energías
renovables.
NOTA:
Greenpeace pone a su disposición el informe original (en inglés)
"
Nuclear Reactor Hazards. Ongoing Dangers of Operating Nuclear
Technology in the 21st Century". (Abril de 2005. 128 páginas)
e