Toma de muestras en la estación ST2-Balsas (marismas de Huelva). Expertos del laboratorio francés CRIIRAD especializado en investigación y medición de la radiactividad han confirmado la gravedad del problema radiactivo generado por la empresa Fertiberia en las Marismas de Huelva, a causa de sus vertidos de fosfoyesos radiactivos (más de 120 millones de toneladas en unas 1.200 hectáreas de marismas).
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Toma de muestras en la estación ST3-CRI (marismas de Huelva). Expertos del laboratorio francés CRIIRAD especializado en investigación y medición de la radiactividad han confirmado la gravedad del problema radiactivo generado por la empresa Fertiberia en las Marismas de Huelva, a causa de sus vertidos de fosfoyesos radiactivos (más de 120 millones de toneladas en unas 1.200 hectáreas de marismas).
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Toma de muestras en la estación de muestreo ST4-Palos, (marismas de Huelva). Expertos del laboratorio francés CRIIRAD especializado en investigación y medición de la radiactividad han confirmado la gravedad del problema radiactivo generado por la empresa Fertiberia en las Marismas de Huelva, a causa de sus vertidos de fosfoyesos radiactivos (más de 120 millones de toneladas en unas 1.200 hectáreas de marismas).
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Toma de muestras en la estación STO en Corrales. (marismas de huelva) Expertos del laboratorio francés CRIIRAD especializado en investigación y medición de la radiactividad han confirmado la gravedad del problema radiactivo generado por la empresa Fertiberia en las Marismas de Huelva, a causa de sus vertidos de fosfoyesos radiactivos (más de 120 millones de toneladas en unas 1.200 hectáreas de marismas).
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Toma de muestras en la estación ST1 en las balsas de Fofoyesos. Expertos del laboratorio francés CRIIRAD especializado en investigación y medición de la radiactividad han confirmado la gravedad del problema radiactivo generado por la empresa Fertiberia en las Marismas de Huelva, a causa de sus vertidos de fosfoyesos radiactivos (más de 120 millones de toneladas en unas 1.200 hectáreas de marismas).
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Toma de muestras en la estación de muestreo ST0 en Corrales (marismas). Expertos del laboratorio francés CRIIRAD especializado en investigación y medición de la radiactividad han confirmado la gravedad del problema radiactivo generado por la empresa Fertiberia en las Marismas de Huelva, a causa de sus vertidos de fosfoyesos radiactivos (más de 120 millones de toneladas en unas 1.200 hectáreas de marismas).
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En sus conclusiones, en las que confirman la presencia de
sustancias radiactivas tan peligrosas como el radón en la atmósfera
y el radio 226 y el polonio 210 en tierra, polvo y agua,
recomiendan confinar estos residuos en un cementerio nuclear.
Los resultados de los análisis confirman niveles de radiación
gamma de hasta más de 38 veces los niveles normales y dosis
equivalentes de entre 2 y 9 veces lo normal, de tal manera que la
población, y muy en particular los trabajadores que llevan a cabo
actividades en esa zona, se ven expuestos a un riesgo radiológico
muy significativo.
Además, el laboratorio francés concluye que esos vertidos
producen constantemente un gas radiactivo, el radón 222, que se
dispersa en la atmósfera. El carácter cancerígeno de ese gas es
sobradamente conocido, y los especialistas estiman que sería
responsable del 10% de los cánceres de pulmón.
Estos especialistas recuerdan que los fosfoyesos son residuos
que contienen sustancias radiactivas de periodo físico (vida media
radiactiva) muy largo y de radiotoxicidad muy fuerte, y recomiendan
que sean retirados de la zona de vertido y se traten como residuos
radiactivos, alojándose en contenedores estancos y almacenándose en
un emplazamiento para tal fin que presente garantías de
confinamiento a muy largo plazo.
Greenpeace aportará el informe del CRIIRAD a la Comisión de
Peticiones del Parlamento Europeo, que tramita una queja registrada
por Greenpeace (por la vulneración de las Directivas sobre
radiaciones ionizantes, gestión de residuos tóxicos y peligrosos y
protección de las aguas que se está dando en las marismas de
Huelva), a consecuencia de la cual la Comisión Europea, a petición
del Parlamento, ha iniciado una investigación.
Por otro lado, el 17 de octubre pasado, un equipo de expertos
internacionales de Greenpeace hizo pública la existencia de un
vertido radiactivo de cesio-137 al río Tinto, procedentes de las
más de 7.000 toneladas de material contaminado radiactivamente por
el accidente de Acerinox en 1998 y que se enterraron de forma
incontrolada en el mal llamado Centro de Recuperación de Inertes
(CRI) nº9, ubicado en las Marismas de Mendaña, dentro de las
marismas de los ríos Tinto y Odiel, en Huelva.
Desde ese momento, Greenpeace ha demandado a la Junta de
Andalucía y el Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) en varias
ocasiones y por la vía legal, explicaciones al respecto, que aún no
se han recibido, y ha exigido que se adopten medidas urgentes para
evitar que continúen esos vertidos radiactivos al Tinto.
El CRIIRAD ha estudiado las muestras de agua y lodos
contaminadas por ese vertido que Greenpeace mandó a analizar a esta
entidad. El resultado de las mismas confirma las peores sospechas
de Greenpeace: los niveles de cesio-137 son muy altos (hasta 3.200
Bequerelios/kg seco; en la Naturaleza el nivel debería ser de cero,
ya que el cesio-137 es un isótopo totalmente artificial). Estos
datos son especialmente preocupantes, dado el peligroso
comportamiento biológico de este radionúclido.
El cesio-137 es un radionúclido de origen artificial, que se
genera en los reactores nucleares y en las explosiones atómicas. El
cesio-137 origina dos tipos de radiación: beta y gamma. La vida
media radiactiva de este radionúclido es 30,2 años. La magnitud de
la energía emitida debe considerarse elevada y, por ello, su riesgo
biológico alto.
Desde el punto de vista biológico, el cesio-137 se comporta como
el potasio, se iincorpora al organismo y determina una irradiación
interna persistente. Si bien se distribuye de forma bastante
homogénea por todo el organismo, las concentraciones de cesio-137
en músculo y hueso son más elevadas que en otros tejidos, al igual
que ocurre con el potasio.
La vida biológica media del cesio-137 en el organismo se sitúa
alrededor de los 70 días (ello indica que no alcanza el estado de
equilibrio hasta al cabo de un año -5 vidas biológicas medias-, es
decir que durante ese tiempo va acumulándose en el organismo hasta
que lo ingresado es igual a lo excretado). De ello deriva que la
irradiación interna es considerable. Como consecuencia, es causa
generadora -o incrementa el riesgo- de neoplasias que se
manifiestan entre lo 10 y 30 años después de la exposición. Se ha
descrito un incremento de sarcomas como consecuencia de esta
irradiación, aunque puede aumentar también el riesgo de
carcinogénesis en numerosos tejidos.
Es importante considerar que la exposición humana al cesio-137
se produce vía inhalatoria y, mucho más frecuente, por ingestión de
alimentos. Por la característica mencionada de comportarse como el
potasio, este radionúclido se incorpora a las cadenas tróficas
vegetales y animales, magnificándose en muchos casos sus
concentraciones en los tejidos a medida que se asciende en las
cadenas tróficas, alcanzando así a los humanos. En el caso de
Huelva el punto clave de exposición humana habría que buscarlo en
el pescado de la zona, pues a partir de las marismas tiene que
alcanzar el mar en un momento u otro, ya sea directamente ya a
través de organismos de la zona.