Además de los efectos inmediatos de estas bombas, rápidamente
comenzaron a aparecer alteraciones en la salud de las personas
supervivientes, entre ellas síndrome agudo de radiación, hematomas,
diarreas, pérdida total o parcial del cabello, disminución de los
glóbulos blancos, cansancio generalizado... Todavía actualmente,
muchos supervivientes siguen afectados y sintiendo los efectos de
las explosiones, con graves afecciones como anemia, leucemia y
tumores malignos, además de graves trastornos psíquicos en muchos
casos.
Los bombardeos no tenían utilidad militar y se dirigieron a la
población civil, por lo que eran absolutamente contrarios al
Derecho Internacional Humanitario (DIH), aparte de experimentos de
una tremenda crueldad. Su objetivo era demostrar la superioridad
política y militar de EE UU en el mundo que salía de la II Guerra
Mundial.
"/Cada año, recordar esta tragedia debe servir para recordar la
amenaza que aún hoy suponen las armas nucleares. Aunque no sean
centrales en el debate público, hay que señalar que casi 30.000
cabezas nucleares siguen en activo y podrían ser utilizadas en
cualquier momento/", -ha subrayado Mabel González, responsable de
la campaña de Desarme de Greenpeace.
La mayoría de estas armas están en manos de los cinco países
miembros del Consejo de Seguridad de la ONU (EE UU, Francia, Reino
Unido, Rusia y China), además de India, Pakistán e Israel. El
elevado valor simbólico que se concede a estas armas hace que
aumente su proliferación: como estos países no quieren cumplir sus
compromisos internacionales y dar pasos claros hacia el desarme
nuclear, otros tratan de hacerse con ellas para no quedar en
inferioridad de condiciones. El resultado es un mundo mucho más
peligroso.
Un caso actual con el que se pone de manifiesto el riesgo de
esta proliferación es Oriente Medio. Israel es una potencia nuclear
que podría tener unas 200 armas atómicas, aunque nunca lo ha
reconocido. Ahora Irán, su gran rival estratégico en la región,
desarrolla un programa nuclear que afirma que tendrá usos civiles,
pero que eventualmente le permitiría en el futuro acceder a un
programa de armamento.
Las aspiraciones iraníes y la situación en Israel han generado
una onda expansiva en todo Oriente Medio y el mundo árabe: Egipto,
Jordania, Marruecos, Libia, Argelia, Arabia Saudí y los Emiratos
Árabes Unidos, entre otros, quieren desarrollar programas atómicos.
Precisamente este último país ya ha comenzado a buscar las posibles
ubicaciones para las instalaciones. Tanto los programas ya
existentes como los planeados amenazan la paz y la estabilidad en
una región que ya es lo suficientemente volátil.
"/Todo ello muestra la necesidad de controlar la proliferación,
pero también de que las potencias nucleares 'reconocidas' avancen
hacia el desarme. Una condena universal de las armas nucleares y su
progresivo desmantelamiento son la visión de futuro a la que se
debe aspirar", -ha señalado Mabel González.
Greenpeace se fundó en 1971 con el objetivo de lograr un mundo
libre de las amenazas de las armas nucleares y la energía nuclear.
En España, la organización ecologista apoya activamente el trabajo
de Alcaldes por la Paz y promueve la extensión de esta red. Los
municipios que entran en la misma se declaran a sí mismos libres de
armas nucleares. Hasta el 1 de agosto, formaban parte de la red
2.368 municipios de 131 países, de los cuales más de 110 son
españoles.