Etiquetado eléctrico que quiere Greenpeace
No obstante, Greenpeace pide que en la próxima Ley de Energías
Renovables, que todos los partidos prometen, se refuercen las
exigencias para calificar el impacto ambiental en el etiquetado
eléctrico y se cierre la puerta a cualquier intento de “engaño verde”.
"Ahora tendremos un etiquetado eléctrico estándar, con lo que
los consumidores podrán recibir la información fiable sobre el
origen de la electricidad que compran, condición necesaria para
ejercer su derecho a elegir" -ha declarado José Luis García Ortega,
responsable de la campaña de Cambio Climático y Energía de
Greenpeace España-. "Las compañías eléctricas que pretendan engañar
al consumidor con energía falsamente verde lo van a tener más
difícil".
El etiquetado eléctrico finalmente aprobado recoge los
principales requisitos básicos propuestos en el informe de
Greenpeace El etiquetado eléctrico. ¿De dónde viene la electricidad que consumimos?:
- El etiquetado contiene la información sobre el origen de la
electricidad definido con un listado estándar de fuentes de energía.
- La información sobre el impacto ambiental se presenta con un
formato ranking de menor
a mayor impacto, de fácil interpretación. Lamentablemente, el menor
impacto considerado no será el cero, sino simplemente el inferior a
un 35% de la media nacional.
- El contenido y formato de la etiqueta es estándar a nivel nacional para
permitir la comparación entre proveedores y la elección de los
consumidores.
- Para garantizar la veracidad de los datos, la elaboración y verificación de
este etiquetado corresponde a un organismo independiente, la
Comisión Nacional de Energía.
Greenpeace lamenta que la Comisión Nacional de la Energía (CNE)
haya rebajado los criterios para calificar el impacto ambiental de
la energía en la etiqueta, para contentar a las grandes empresas
consumidoras de energía (contrarias a que el etiquetado eléctrico
indique el impacto ambiental de la energía). Finalmente, la
clasificación de "mínimo impacto ambiental" (nivel A) aparecerá en
cualquier etiqueta cuyo nivel de emisiones de CO2 o de residuos
radiactivos producidos sea inferior a un 35% de la media nacional,
y el nivel B en las que estén por debajo del 65%. En la propuesta
original de la CNE, el nivel A exigía que emisiones y residuos
estuviesen por debajo del 5% y el nivel B por debajo del 50% de la
media nacional (existe hasta el nivel G, que sería el más
contaminante). La propuesta de Greenpeace es que el nivel A se
aplique únicamente a las etiquetas en que las emisiones de CO2 y
los residuos radiactivos sean cero, ya que esto es perfectamente
posible con cualquier energía renovable.
Otro grave defecto del sistema aprobado es que deja abierta una
peligrosa puerta al "engaño verde". Una empresa que quiera
edulcorar artificialmente la etiqueta de la energía que vende, para
hacerla parecer más limpia de lo que realmente es, podría hacerlo
simplemente adquiriendo "papelitos" (garantías de origen) que
alterarían la combinación de energías que se ve en la etiqueta sin
tener que haber cambiado en nada la energía que realmente está
suministrando. (2)
A pesar de todo, el etiquetado eléctrico ha quedado mucho mejor
de lo que inicialmente pretendía el Ministerio de Industria, cuyas
primeras propuestas permitían a las compañías inventarse la
etiqueta que indique el origen de la electricidad, con lo que los
consumidores no podrían comparar entre lo que les ofrecen distintas
compañías, y lo que es peor, equivaldría a haber legalizado el
engaño "verde" de las eléctricas. Las primeras propuestas de
Industria no establecían una etiqueta uniforme, ni en su forma ni
en su contenido, con lo que cada compañía eléctrica podría
presentar como quisiera la información sobre el origen de la
electricidad que venden. Además, según dichas propuestas, esa
etiqueta no tendría que contener la información sobre el impacto
ambiental de la electricidad suministrada ni habría ningún órgano
independiente que controlase la fiabilidad de la información
proporcionada. Finalmente, la aprobación de la Ley de Impulso a la
Productividad introdujo una enmienda obligando al Gobierno a
modificar sus pretensiones, para exigir un formato uniforme de la
etiqueta eléctrica.
NOTAS:
(1) Circular 1/2008,
de 7 de febrero, de la Comisión Nacional de Energía, de información
al consumidor sobre el origen de la electricidad consumida y su
impacto sobre el medio ambiente. BOE núm. 45, 21 de febrero de
2008.
(2) Esto podría
ocurrir si una empresa comercializadora compra una garantía de
origen (que no es más que un documento o una entrada en una base de
datos) sin a su vez adquirir la energía a la que se refiere dicha
garantía de origen; en este caso la mezcla de comercialización de
esa empresa realmente no ha cambiado, y no se debe permitir que se
utilicen las garantías de origen como forma de "lavar" la imagen de
esa empresa, pues constituiría un fraude. Para evitarlo, la
regulación del etiquetado debe evitar cualquier posible confusión
entre la energía con garantía de origen y las garantías de origen
mismas. Para que la información contenida en el etiquetado sea
veraz, deberá referirse siempre a energía real, especificando
aquella que dispone de garantía de origen, pero hay que evitar que
se contabilicen aquellas garantías de origen que no hayan ido
acompañadas en todo momento de la electricidad a la que
garantizaban.