Comunicado de prensa - febrero 26, 2007
El ballenero japonés averiado en la Antártida, Nisshin Maru, ha comunicado al barco Esperanza de Greenpeace su intención de comenzar de nuevo a navegar y abandonar las aguas de la Antártida. El Nisshin Maru, que durante días ha permanecido en el santuario de la Antártida debido a una avería provocada por un incendio, ha rechazado durante todo este tiempo la ayuda ofrecida por Greenpeace, a pesar del alto riesgo de que se produjera un desastre natural por el vertido de fuel.
Pingüinos en la Antártida.
Antártida. Tripulantes del barco Esperanza de Greenpeace en la zodiac. Greenpeace un año más está en la Antártida para intentar acabar con la caza de ballenas.
Océano Antártico. El helicóptero de Greenpeace del barco Esperanza vuela cerca de un iceberg. Greenpeace está en la Antártida, un año más, para impedir la caza de las ballenas.
El barco Esperanza de Greenpeace en el Océano Antártico.
Después de nueve días de seguimiento, el ballenero abandonaba
finalmente las aguas inmaculadas de la Antártida, seguido por el
barco Esperanza de Greenpeace que lo escoltará hasta salir de aguas
antárticas.
Sin embargo, Greenpeace ha condenado la forma en que el Gobierno
japonés en Tokio ha afrontado la gravedad de la situación. Desde la
explosión del pasado jueves, no han sido transparentes con las
autoridades de rescate ni con otros gobiernos sobre los daños
ocasionados por la explosión y los posibles riesgos humanos y
materiales. A esto se añade que han declarado públicamente que
continuarán cazando.
“Continuar
trayendo barcos balleneros a la Antártida no solo amenaza directamente
a la población de ballenas por la caza, sino que es un riesgo
inaceptable para el ecosistema marino de esta zona”,
señala Karli Thomas, líder de la Expedición de Greenpeace a bordo
del barco Esperanza. “Si
simplemente navegan fuera de la Antártida, los escoltaremos y
continuaremos ofreciéndoles nuestra ayuda. Pero si intentan volver a
cazar tomaremos medidas pacíficas directas para paralizarles”.
La salida del Nisshin Maru de este área debería ser la última
vez que un barco ballenero fuera visto en aguas antárticas, no sólo
por el programa de caza, sino por los inaceptables riesgos que
supone para el ecosistema y la vida marina. Esta es la segunda
explosión que se produce en el Nisshin Maru -la primera fue en
1998.
La Antártida es patrimonio de la humanidad, y la
responsabilidad de todos los gobiernos es protegerla. Greenpeace
insta a todos los firmantes del Tratado Antártico y a los miembros
de la Comisión Ballenera Internacional a trabajar al más alto nivel
político para asegurar que es la última temporada que se cazan
ballenas en la Antártida.