Atenas 2004: Las promesas verdes que nunca se han realizado
Cuando Atenas todavía era una ciudad candidata, la posición
oficial de las autoridades griegas era clara. Afirmaban que "los
Juegos Olímpicos son un desafío y una oportunidad para la amplia
puesta en práctica de programas y acciones ecológicas acordes con
los principios de desarrollo sostenible... los proyectos serán
realizados con el empleo de tecnologías y materiales ecológicos y
esto será un pre-requisito en todas las ofertas relevantes".
Tales promesas hablaban de paneles solares, materiales de
construcción reciclados y no tóxicos o reutilización de agua de
lluvia. Pero a excepción del empleo de equipos de refrigeración con
gases respetuosos con la capa de ozono en el transporte público,
que ha mostrado mejoras impresionantes debido a las Olimpiadas, la
apuesta ambiental de los Juegos Olímpicos de Atenas es muy pobre.
Atenas supondrá un retroceso muy importante en comparación con los
progresos ambientales obtenidos en Sidney 2000.
El Comité Olímpico Internacional (COI) tenía la responsabilidad
de asegurar que los Juegos Olímpicos tuvieran un mínimo impacto
sobre el medio ambiente y dejasen una herencia positiva para los
anfitriones. El Gobierno griego tenía el poder, el dinero y el
tiempo para establecer normas y asegurar que las Olimpiadas Verdes
se hiciesen realidad.
Los Juegos de Sidney fueron una puerta abierta a la esperanza.
El Comité organizador eligió el proyecto de villa olímpica
presentado por Greenpeace que incluía sistemas de suministro
energético, transporte y gestión del agua y de los residuos con
pautas sostenibles combinados con un compromiso en defensa de la
biodiversidad (los terrenos sobre los que asentó la villa eran
tierras muy contaminadas que se recuperaron con el proyecto). La
ciudad de 15.000 habitantes que se construyó mostraba al mundo que
el desarrollo es compatible con la lucha contra el cambio
climático, la disminución de la capa de ozono, la contaminación por
productos y residuos tóxicos, la disminución de la calidad de vida
y la pérdida de la biodiversidad.
"Tanto el COI como el Gobierno Griego han utilizado los
criterios de sostenibilidad y ecológicos como un valor añadido a su
candidatura y a la hora de la verdad han mostrado un alto nivel de
indiferencia, incompetencia y falta de iniciativa. El gran perdedor
en estos juegos es el planeta", declara Mario Rodríguez, director
de campañas de Greenpeace España.
La campaña de Greenpeace para conseguir los primeros Juegos
Verdes en Sidney fue decisiva para asegurar que los Juegos
Olímpicos del año 2000 promoviesen soluciones a los problemas
ambientales. Además del proyecto de la villa olímpica Greenpece
logró que se incluyeran criterios medioambientales en todos los
aspectos relacionados con la realización de los Juegos. La energía
necesaria para el funcionamiento del recinto donde se alojaban los
atletas era de origen solar. Fue la zona residencial solar más
grande del mundo y se vendió después como viviendas protegidas. La
reducción del uso de PVC en los edificios mostró que hay
alternativas prácticas a este plástico venenoso.
Por eso la falta de un compromiso medioambiental en Atenas es
aún más asombrosa. La falta de energía limpia es uno de los mayores
fracasos de las Olimpiadas. Los organizadores tenían la intención
de generar toda la electricidad para la villa olímpica con energías
renovables. Para un país que se vende como el lugar de la infinita
luz solar, no debería ser difícil utilizar esta energía para los
Juegos. Pero el uso de energías renovables en estas Olimpiadas es
casi nulo.
"Esto demuestra que tiene que ser el COI quien exija a las
ciudades candidatas que asuman los criterios ambientales y no se
dejen en manos de la voluntad política de los países organizadores.
Los Juegos Olípmpicos son una oportunidad excelente y necesaria
para transmitir a todo el mundo que el compromiso con el medio
ambiente es una tarea glonal y el Movimiento Olímpico debe ser un
abanderado", añade Mario Rodríguez, director de campañas de
Greenpeace España.
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