Comunicado de prensa - octubre 6, 2008
Durante esta madrugada, activistas de Greenpeace han abordado el buque Windsor Adventure de 190 m de eslora, 15 metros de calado y cargado con 54.000 toneladas de carbón procedente de Colombia. Cuatro escaladores de la organización ecologista han subido a la embarcación mientras otros activistas han pintado en el casco del barco el mensaje “Abandonemos el carbón”.
Cuatro escaladores de la organización ecologista han subido a la embarcación mientras otros activistas han pintado en el casco del barco el mensaje “Abandonemos el carbón”.
Los activistas pretenden con esta acción señalar que la
principal causa del cambio climático es la quema de carbón,
mientras mañana se vota en Bruselas el paquete de medidas para
combatir el cambio climático.
Activistas de Greenpeace han realizado este abordaje al mercante
Windsor Adventure en Gijón (Asturias) para pedir que no se queme
más carbón y denunciar que España importa y subvenciona el
combustible fósil que más contribuye al cambio climático. De esta
manera, Greenpeace señala el carbón como responsable de la grave
dependencia energética de España y de su enorme responsabilidad con
el calentamiento global del que España es víctima y partícipe.
"España, como miembro de la Unión Europea, es el último en Kioto
y el cuarto consumidor de carbón. Esta negra clasificación retrata
la eficiencia de las políticas utilizadas" -ha declarado Raquel
Montón, responsable de la campaña de Cambio Climático y Energía de
Greenpeace.
En España no es posible producir carbón a costes competitivos
con el mercado mundial y por ello se importa alrededor del 60%.
Esta cifra está muy por encima de la media del comercio
internacional de carbón, que es un 15%. Así, el carbón contribuye a
aumentar la dependencia energética española.
Las ayudas directas e indirectas que ha recibido y recibe el
carbón son numerosas. El sector del carbón nacional sobrevive
gracias a las subvenciones que están recogidas en el Plan Nacional
de Reserva Estratégica de Carbón 2006-2012, junto con los
incentivos a las centrales térmicas que produzcan energía eléctrica
a partir de carbón autóctono, la concesión gratuita de derechos de
emisión de CO2, la inversión en I+D, etc. Por último, pero no menos
importante, hay que sumar los costes de la actividad que no son
asumidos por esta industria sino por el Estado, las comunidades y
las personas. De esta manera, y en un contexto de crisis económica,
se está haciendo falsamente rentable un negocio que paga toda la
sociedad.