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Greenpeace denuncia que cientos de megavatios eólicos se desperdician por culpa de las centrales nucleares

La rigidez técnica de las nucleares impide el aprovechamiento pleno de las renovables disponibles

Comunicado de prensa - febrero 25, 2010
La energía eólica ha vuelto a batir su propio récord de generación de electricidad: 12.902 MW a las 11:20 de ayer, 24 de febrero. Greenpeace recuerda que, sin embargo, no toda la energía limpia y gratuita que el viento está proporcionando estos días se ha podido aprovechar, ya que la falta de flexibilidad de las centrales nucleares para modular su producción según varía la demanda ha obligado a Red Eléctrica (REE) a ordenar la parada de cientos de molinos que estaban funcionando perfectamente.

El uso de la energía eólica es fundamental para combatir el cambio climático y acabar con el uso de la energía nuclear

En la madrugada del día 24, REE tuvo que dar la orden de parada de 800 MW de energía eólica durante varias horas. Así, a las 1:30 la energía eólica estaba proporcionando 11.961 MW (un 44,5% de los 26.674 MW de la demanda total a esa hora). Tras la orden de REE, en tan sólo veinte minutos la eólica había bajado su producción a 10.852 MW, prueba de la alta flexibilidad de la eólica. La producción eólica se mantuvo por debajo de lo que podría haber proporcionado hasta las 6:30, cuando volvió a alcanzar 11.547 MW. Una situación similar se ha vivido en la madrugada de hoy, 25 de febrero, entre las 2:30 y las 6:30, con unos 1.000 MW eólicos desconectados a la fuerza. Esta potencia  desperdiciada equivale a más del doble de la potencia de la central nuclear de Garoña.

La organización ecologista hace hincapié en que, mientras tanto, durante todos estos días la producción nuclear se ha mantenido invariable en 7.372 MW, ajena a las oscilaciones de la demanda y a la disponibilidad de energías renovables. Todo lo contrario que las centrales térmicas de gas y de carbón, que han reducido su producción al mínimo técnico para permitir el aprovechamiento de la energía renovable gratuita y limpia.

Greenpeace critica que el Gobierno, en vez de apoyar las renovables y reducir las nucleares, está poniendo cada vez más obstáculos a las renovables. El mayor de ellos actualmente es el llamado "registro de preasignación", un embudo que limita la cantidad de potencia renovable que se puede instalar, cuya finalidad es favorecer los intereses de las eléctricas para que sus centrales térmicas no pierdan demasiadas horas de funcionamiento por culpa de las renovables.

El próximo mes de junio, el Gobierno deberá presentar un nuevo plan de energías renovables con objetivos para 2020. Greenpeace propone que al menos un 50% de la electricidad anual que se consuma en España sea renovable para esa fecha.

"La energía nuclear es actualmente el mayor obstáculo para el aprovechamiento de la energía renovable que ya está disponible. Es urgente adelantar el calendario de cierre de las centrales nucleares para poder aprovechar plenamente las renovables. Son las renovables las que ahorran CO2 al sustituir a las centrales térmicas, algo que las nucleares no pueden hacer debido a su rigidez", ha declarado José Luis García Ortega, responsable de la campaña Cambio climático y Energía de Greenpeace.

Además de ahorrar CO2, las renovables ahorran dinero al sistema. Estos días de mucho viento y agua en que la producción renovable es sistemáticamente mayor de la mitad de la demanda, la electricidad es más barata que nunca: ayer, el precio medio ponderado del mercado eléctrico ibérico fue de tan sólo 1,7 céntimos/kWh (el año pasado el precio medio anual osciló entre los 3,7 y los 4,2 céntimos/kWh).

La alta producción de electricidad con el viento es posible gracias a que la potencia eólica instalada en España ha alcanzado 19.149 MW en 2009. Las renovables proporcionan cada vez más energía: en 2009 el 26% de la electricidad consumida en España fue renovable, el 14% eólica, mientras que la nuclear sólo aportó el 19%. Gracias a las renovables, la demanda de gas natural bajó un 10,5% en 2009 respecto a 2008 y las centrales térmicas de carbón han estado más tiempo paradas que funcionando.

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