Página - noviembre 4, 2010
El cambio climático va unido a un modelo energético dependiente del petróleo, el carbón y el gas. La quema de estos combustibles fósiles libera grandes cantidades de dióxido de carbono (CO2) a la atmósfera, el gas de efecto invernadero más abundante.
Alrededor del 40% del CO2 extra que los seres humanos emiten a la atmósfera se absorbe por sumideros naturales de carbono. El resto queda en la atmósfera, lo que afecta al clima global durante muchos siglos porque la absorción del CO2 atmosférico es un proceso muy lento.
España aumentó sus emisiones de CO2 hasta en un 53% en 2007 con respecto a los niveles de 1990. Debido a la crisis y a la fuerte entrada de las energías renovables en el sector eléctrico, hemos conseguido que ese aumento haya disminuido hasta en un 28% en 2009.
Greenpeace
advierte de la urgencia de reducir drásticamente las emisiones de gases de efecto invernadero en las próximas décadas para prevenir un cambio climático muy peligroso.