La industria petrolera no sabe de recesos navideños. Siguen a toda máquina su “business as usual”, contra viento y marea, y por eso en los últimos años las noticias de vertidos vuelven a casa por Navidad, ¿blanca Navidad? Ayer “el Gordo” (este recurso navideño lo utilicé el pasado 22 de diciembre también, pero en la bahía de Algeciras) cayó en Tarragona. Una gran mancha de petróleo se encuentra a 13 millas de la costa, no se sabe aún si la alcanzará. Lo que sí se sabe es que es Repsol quién está detrás. Y que, de nuevo, la plataforma Casablanca y los exiguos pozos petrolíferos cercanos al Espacio Natural Protegido del delta del Ebro son quienes nos vuelven a recordar que se hace prioritario pensar en una revolución energética, sin petróleo.

Depender del petróleo es cada vez más costoso, más peligroso, porque cada vez la búsqueda se realiza más lejos, más profundo y en condiciones más extremas. Y Repsol se ha apuntado al carro. Quieren explotar dos nuevos pozos en aguas profundas en Tarragona, como ya lo hizo BP en el Golfo de México. Un pozo tan profundo que luego no alcanzaron a parar el vertido hasta tres meses después de la explosión.

En Repsol están tan convencidos de que todo vale, que hace sólo dos días declaraban en prensa que ya en verano querían estar explotando estos dos nuevos pozos, y eso que aún no cuentan con el visto bueno ambiental. Y no les importa que ya provocasen vertidos durante la prospección de estos dos pozos, que tengan directivos encausados por delito contra el medio ambiente, ni, por supuesto, que estos pozos impliquen un riesgo adicional que la tecnología actual no puede controlar, lo que ya se ha advertido desde instancias europeas.

Ahora, el balón está en el tejado del Ministerio de Medio Ambiente, de hecho ahí está desde hace más de seis meses. En sus manos está ser precavidos, aceptar las incertidumbres y apostar por el medio ambiente. Y también, ¿por qué no?, en sus manos queda que el próximo año nos aseguremos una Navidad más blanca que negra, cargada de buenas intenciones, más que malas, y, como también es tradición, que no nos toque el “Gordo”.

Sara del Río, responsable de la campaña de Contaminación de Greenpeace

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