Este fin de semana ha sido movidito en cuanto a energía se refiere: el sábado asistíamos a un acto homenaje a Ángel Vadillo, el alcalde de Alburquerque que ha estado tres meses en huelga de hambre por las energías renovables y el domingo a una marcha por el cierre de la central nuclear de Garoña. Las dos caras de una misma moneda: la necesidad de un cambio de modelo energético.

El acto del sábado, que colapsó el antiguo edificio de la Tabacalera de Madrid, demostró que cada vez somos más los que entendemos que el único camino energético es el del 100% renovables y sentó las bases para la constitución, hoy, de una Plataforma por un Nuevo Modelo Energético a la que el ministro de industria se ha comprometido a escuchar.

Y es que la lucha por las renovables es mucho más que una batalla energética:  es la lucha por el clima, pero también la lucha por la economía de regiones como Extremadura y, en general, del conjunto del país. Invertir en renovables es hacerlo en tecnología puntera que nos puede colocar a la cabeza de Europa en exportaciones, es invertir en soberanía energética que nos libraría de la dependencia que tenemos de los combustibles fósiles y es favorecer u modelo descentralizado con un elevado ratio de generación de empleo. Hasta la Unión Europea, la misma que nos marca los recortes, nos  ha recomendado cambiar de política energética, eliminar las retribuciones excesivas de nucleares e hidráulicas y dotar de seguridad jurídica al sector de las renovables. Europa necesita un mercado energético potente, basado en las renovables para cumplir sus objetivos de reducción de emisiones a 2050 y España no puede seguir haciendo oídos sordos.

Nuestra política energética no está alineada con las recomendaciones europeas ni al servicio del interés común, la marcan las grandes compañías eléctricas y petroleras en función de sus intereses. Un buen ejemplo ha sido el caso de la central nuclear de Garoña cuyo proceso de cierre, programado por el anterior Gobierno para 2013, fue interrumpido por el Gobierno actual, obedeciendo a las presiones de las empresas propietarias de la central (Endesa e Iberdrola), dándoles la posibilidad de solicitar una nueva prórroga.

El plazo para lo anterior terminó la semana pasada sin la solicitud de prórroga por parte de las eléctricas porque, al parecer, si se hacen efectivas las inversiones para garantizar la seguridad de la central, esta deja de ser el negocio redondo que era. Endesa e Iberdrola han preferido cerrar Garoña a aumentar las garantías de seguridad para estos y para el conjunto de la población a costa de renunciar a parte de sus beneficios. Algo que en un país como España con exceso de potencia instalada, ni siquiera va a tener repercusiones en cuanto a generación de electricidad.

Así es como se confirma, de hecho, lo que venimos diciendo desde Greenpeace y lo que ayer repetíamos en la marcha por el cierre de Garoña y en contra de la energía nuclear: las nucleares son peligrosas, caras e innecesarias y por eso deben cerrarse progresivamente, igual que deben cerrarse las centrales térmicas de carbón y de gas a la vez que se da entrada a más potencia renovable. Sólo así conseguiremos tener en 2050 el único sistema que ambiental y económicamente nos podremos permitir, el 100% renovable.

Este fin de semana hemos comprobado que la lucha por un nuevo modelo energético libre de nucleares y de combustibles fósiles cada vez tiene más apoyos, los de los ecologistas, los de la gente de pueblos como Alburquerque que necesitan los empleos, e incluso los de empresarios, inversores y economistas que tienen claro que la economía del futuro será verde o no será. Algo que podremos volver a comprobar en el Future Economy Forum en el que va a debatirse sobre medio ambiente y economía con un cartel de excepción. Allí estaremos y allí puedes estar tu también si te animas a participar!

Aida Vila (@aidavilar), responsable de la campaña Cambio climático y Energía de Greenpeace España