Hablamos de revolución energética silenciosa porque está ocurriendo sin grandes estridencias. Pero es una Revolución, porque está haciendo realidad lo que hasta hace pocos años parecía un sueño.
El mundo está transformando su sistema energético. Una revolución energética silenciosa que empezó en los años 90, que se ha venido acelerando, y que ya en 2010 supuso que se instalase más potencia renovable que nunca, capaz de producir el equivalente a la tercera parte de la electricidad consumida en Europa.
Datos como éste aparecen en el informe de Greenpeace La Revolución Energética Silenciosa: 20 años en marcha. Una revolución energética que se mide por la cantidad (más de la cuarta parte de todas las nuevas centrales eléctricas conectadas a la red en el mundo en la última década han sido renovables, mientras que las centrales nucleares han representado apenas un 2% en el mismo periodo) y la velocidad (mientras la potencia renovable aumentó en un 26%, la de gas lo hizo un 9% y la de carbón un 8%).
Esta tendencia mundial la vemos también en España, donde casi la mitad de toda la nueva potencia instalada en la última década ha sido renovable, gracias a lo cual, las renovables producen la tercera parte de nuestra electricidad. Nuestro país se ha convertido en exportador de electricidad a todos nuestros vecinos, hemos llegado a producir con el viento más del 54% de la electricidad consumida en algunos momentos, y la energía solar lleva tres meses seguidos batiendo sus récords históricos de penetración, el último este mes de junio, en que entre fotovoltaica y termosolar cubrieron ya el 5% de la demanda.
Lo que nos muestra el informe es que estamos ante un fenómeno mundial, donde los distintos países se esfuerzan por ir más rápido en ese proceso, acuciados por la amenaza del cambio climático, la inseguridad nuclear, los costes crecientes del petróleo y una opinión pública que exige soluciones. Claro que estamos solo al comienzo; siguen siendo necesarias políticas firmes para no detenerse ante esas amenazas, o ante las presiones de los lobbies de la energía sucia.
Lo indignante es ver a un gobierno como el español (y a su oposición, seamos justos), sin saber qué es lo que quieren. Indecisos o, peor aún, presas del pánico de verse líderes de algo, y prefiriendo que la revolución energética la lideren otros. Afortunadamente para el mundo, otros lo harán, lo están haciendo, pero sabiendo que quienes lo hagan recogen el beneficio del empleo, las inversiones y el desarrollo industrial. Podríamos ser nosotros.
José Luis García Ortega, campaña de energía de Greenpeace
.- Informe: La revolución silenciosa
.- Comunicado de prensa