Activistas bloquean la construcción de una central de carbón, en Rotterdam.Ayer empezó la COP17 y, esta misma mañana en la sala Levubu River del centro de convenciones de Durban, Greenpeace está hablando sobre el carbón para dejar al descubierto su verdadero coste y demostrar cómo financiando la lucha contra el cambio climático se puede transformar el sistema energético.

El sector carbonero es uno de los más interesados en influir negativamente en las negociaciones climáticas, para defender sus intereses perjudicándonos a todos los demás. Un ejemplo en Australia: las compañías mineras como BHP Billiton, las centrales de carbón, y la Asociación Australiana del carbón, junto con otras, cuyos nombres y apellidos desvelábamos la semana pasada, son el principal escollo de la lucha internacional contra el cambio climático.

También en Sudáfrica el carbón juega duro. Es el país anfitrión de esta cumbre climática, y es es el mayor emisor de CO2 del continente africano, y en el que menos del 1% de la electricidad proviene de fuentes renovables. Seguimos con los ejemplos: Eskom, que es la empresa estatal sudafricana de electricidad y dependiente del carbón, tiene como unos de sus clientes y también como uno de sus proveedores a la empresa minera australiana BHP Billiton, y en 2008 estableció un precio secreto con ellos. Como en Sudáfica el precio para el consumo industrial es un 350% menor que el de un consumidor residencial, BHP y Eskom tienen el negocio perfecto.

Aun hay más, y podemos seguir nuestro recorrido. Sudáfrica es el quinto productor mundial de carbón, y España es uno de sus clientes. Durante 2010, la importación de carbón de que provenía de Sudáfrica ocupaba el cuarto lugar. Aunque el carbón solo produjo el 7% de la electricidad en ese año, y a pesar de las fuertes subvenciones que recibe el carbón nacional con el argumento de la defensa de las fuentes autóctonas, seguimos importándolo.

El otro argumento para este flagrante despilfarro de dinero público es la defensa de la economía local, y sin ir mas lejos esta semana el Tribunal de Justicia condenaba a España por incumplir las directivas ambientales en las minas de carbón de la comarca de Laciana (León), fuertemente subvencionadas. El Tribunal europeo defiende que la razón de defensa de la economía local es solo una excusa. Y llegamos al último ejemplo: Victorino Alonso, empresario conocido por las muchas denuncias y sentencias judiciales en contra, y también presidente de la patronal minera Carbunión, recibe la mayoría de los 136 millones de euros de ayudas estatales que se otorgan para para cubrir las "pérdidas".

Sin negocios sucios, ni subvenciones públicas podríamos salvar el clima.

En Durban, Aida Vila Rovira (@Aidavilar), campaña de cambio climático de Greenpeace

Demandas de Greenpeace para la cumbre climática de Durban
Vídeo de la acción del molino (en inglés)

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