Ayer comparecimos en la Comisión para el estudio del cambio climático del Congreso para exponer nuestra visión del proceso climático internacional y de las acciones que se deben llevar a cabo en el plano nacional y europeo. Era un día muy oportuno para hacerlo pues la Organización Meteorológica Mundial, acababa de hacer público que en 2011 se batió un nuevo récord de emisiones.

Esta  elevada concentración de gases de efecto invernadero en la atmósfera es lo que está provocando el aumento de la temperatura media del planeta, que va ya por los 0,8ºC y que, según ha publicado recientemente la Agencia Internacional de la Energía, alcanzará hasta 3,6ºC a final de siglo si seguimos  sin poner medidas suficientes. El tema es tan grave que hasta una institución tan poco “sospechosa” de hacer alarmismo climático como el Banco Mundial ha analizado los impactos derivados de un escenario de aumento de temperatura de 4ºC para concluir, en un informe presentado esta semana, que van a ser catastróficos, que hay serias dudas de que exista la posibilidad de adaptarse, por lo que hay que aprovechar los próximos 5 años para dar un contundente empujón a la política climática internacional.

Para ello, es necesario cerrar la brecha que existe entre las recomendaciones científicas y los compromisos políticos y una oportunidad de hacerlo va a ser la cumbre climática internacional que empieza el lunes en Doha.

España es un país con gran potencial de beneficiarse de mayores compromisos climáticos pero, para ello, debe aprovechar sus recursos autóctonos y alinearla con las recomendaciones científicas y con los dictados de la Unión Europea. En su lugar, España sigue basando su política energética en los intereses del sector de los combustibles fósiles y desaprovechando oportunidades de generar empleo y reactivar a sectores como el de la construcción. Algo que, además de numerosos tirones de orejas de la Comisión Europea, le ha valido a nuestro país el título de “peor país” en la negociación de la Directiva Europea sobre Eficiencia Energética.

Y es que no se trata sólo del clima, también de la economía, los principales inversores mundiales lo saben y compañías de la talla de Hoteles Sol Melià, Acciona o  Bodegas Torres también están pidiendo mayor acción climática al Gobierno, para frenar los impactos económicos del efecto invernadero y para establecer una trayectoria rentable de inversión. 

Sin embargo, los representantes del Partido Popular en la Comisión volvieron ayer a poner la crisis como excusa para no actuar. “¿No se enteran o nos toman por tontos?” me pregunté. Y hoy me inclino a pensar lo peor, que es lo primero: que nuestro Gobierno no tiene ni idea de economía. Algo que, además de ser preocupante a nivel interno, empieza a ser  vergonzoso en el plano internacional.

Aida Vila (@aidavilar), responsable de la campaña Cambio climático y Energía de Greenpeace España