Comunicado de prensa - abril 4, 2017
• El Parlamento Europeo ha aprobado hoy un informe en el que se explicita la relación existente entre las plantaciones de palma aceitera y la severa deforestación que padecen los países en los que se cultiva.
• Greenpeace lleva años denunciando la deforestación relacionada con la expansión del cultivo de palma aceitera que, solo en Indonesia, ha destruido más de un millón y medio de hectáreas en los últimos diez años.
El Parlamento Europeo ha aprobado hoy en Bruselas, con 640 votos a favor, 18 en contra y 28 abstenciones, un informe que identifica el aceite de palma como una de las principales causas de deforestación, abogando por su eliminación de los biocarburantes para 2020. El documento insta a la Unión Europea a tomar un papel más activo en la limitación de estas prácticas, creando un plan de acción concreto, evitando cualquier respaldo a prácticas perjudiciales y solicitando el apoyo a los países en desarrollo para que puedan garantizar la defensa de sus hábitats naturales y las comunidades que las habitan.
Greenpeace lleva años denunciando la deforestación relacionada con el cultivo de palma aceitera. Solo Indonesia, uno de los principales países productores, ha perdido ya una superficie comparable a dos veces la extensión de Alemania. En una investigación de Greenpeace publicada en noviembre de 2015, propusimos al sector privado del aceite de palma la elaboración de un plan de prevención de incendios que incluía la restauración y protección de las turberas ricas en carbono y el cese inmediato de la deforestación. En apoyo de estas demandas, más de 250.000 ciudadanos de todo el mundo pidieron al presidente de Indonesia que no siguiera permitiendo que las industrias papelera y del aceite de palma continuaran quemando los bosques.
Cada europeo consume una media de unos 60kg/año de aceite de palma y España es el tercer país europeo en consumo. Cabe recordar que, detrás de su demanda internacional, están grandes y conocidas marcas del mundo de la alimentación (desde sopas a chocolates, pasando por bollería y conservas), la cosmética (champús, jabones, detergentes) o algunos mal llamados biocarburantes. Desde la década pasada, Greenpeace ha señalado públicamente las prácticas de empresas como Procter & Gamble, Nestlé o Unilever por no garantizar el origen sostenible del aceite de palma para la elaboración de sus productos. En algunos casos, estas empresas han adoptado políticas de deforestación cero que han excluido de su cadena de suministro a las empresas que destruyen la selva.