jueves, 18 de noviembre de 2010
El transporte es el principal responsable de la contaminación urbana.
Greenpeace pide a la Comisaria que sea exigente con la industria automovilística y no ceda a sus presiones, y plantee un objetivo de 80 g CO2/Km para 2020 para turismos. La realidad ha demostrado que la industria puede reducir sus emisiones mucho más de lo que admitía cuando comenzó esta normativa.
Greenpeace solicita que se establezcan nuevos objetivos para el año 2025 que permitan a la industria un plazo suficiente de tiempo para hacer cambios sustanciales en sus flotas. Estos objetivos no deberían superar los 60 g de CO2/km para los automóviles y los 100 g de CO2/km para las furgonetas.
"China, EEUU y Japón están haciendo coches cada vez más eficientes y el liderazgo tecnológico en este campo de Europa se está perdiendo. Para mejorar la competitividad de la industria, la UE no solo necesita fuertes objetivos para el año 2020, sino también para el año 2025. Esto hará que los coches eficientes salgan de los salones del automóvil para verse en las carreteras europeas ayudando a hacer realidad aquellas tecnologías necesarias para alcanzar un futuro libre de petróleo”, ha afirmado Sara Pizzinato, responsable de la campaña Cambio climático y Energía.
Los hechos demuestran que la industria del automóvil puede aceptar el reto de la eficiencia energética. Así lo expone Greenpeace en el informe Afirmaciones y realidades: cómo el lobby automovilístico europeo ha demostrado que se equivocaba (1). En este documento se demuestra cómo ya es previsible que la mayoría de los fabricantes cumplan con creces, y por adelantado, los objetivos vinculantes que esta normativa les ha planteado para 2015. El mayor fabricante de automóviles de Europa, Volkswagen, ha declarado públicamente que superará el objetivo legal aplicable a sus turismos para el año 2015 en más de 10 g de CO2/km.
Un estudio realizado por Greenpeace (2)
ha demostrado que estos objetivos implicarían que, para el año 2030, se podría reducir el consumo de petróleo europeo en un 8%, con un ahorro en importaciones de unos 42.000 millones de dólares. Por otro lado, la UE no necesitaría producir o importar petróleo de fuentes no convencionales como el que se extrae de aguas profundas. Esto implicaría que proyectos como el de los pozos de petróleo que amenaza Canarias no tendrían ninguna necesidad de llevarse a cabo si se aumentara la ambición de esta normativa, como pide Greenpeace.
Greenpeace insiste en que unos objetivos de reducción de emisiones débiles no solucionarían el problema del aumento de los costes operativos de las empresas que gestionan grandes flotas a causa de unos gastos por combustible innecesariamente altos.
La falta de ambición de la Comisión también podría crear un vacío enorme que permitiría a los fabricantes de automóviles clasificar a los coches más grandes como furgonetas para atenerse a unos estándares menos estrictos.
"Cuando la UE determinó unos objetivos vinculantes para que se construyeran coches y furgonetas más eficientes, y menos dañinas para el clima, la industria del automóvil se opuso muy fuertemente. Hoy sabemos que sus argumentos eran falsos y, de hecho, cumplirán holgadamente con los primeros objetivos establecidos, especialmente para las furgonetas”, ha añadido Pizzinato.
Notas: (1) Greenpeace, Afirmaciones y realidades: Cómo el lobby automovilístico europeo ha demostrado que se equivocaba.
(2) Greenpeace, Evitar los peligros del petróleo. Cómo establecer estándares progresivos de emisiones de CO2 puede reducir las
importaciones europeas de petróleo no convencional. Octubre de 2010.