España es uno de los países que posee y produce bombas de racimo. Varias empresas de nuestro país las fabrican, aunque la falta de transparencia en el comercio español de armamento hace imposible saber a dónde las venden.
Que reúne una exposición fotográfica, un ciclo de cine y un
ciclo de conferencias que aúna a víctimas de conflictos armados
(Shapiri Hakami, Javier Couso), escritores (Ignacio Ramonet, Olga
Rodríguez), fotógrafos especializados en conflictos armados
(Gervasio Sánchez), cantantes, directores de cine,etc. Además se ha
formado un torre gigante de zapatos recogidos por toda España como
símbolo de las mutilaciones de las bombas. La torre y la exposición
fotográfica viajarán después por distintas ciudades españolas.
España es uno de los países que posee y produce bombas de
racimo. Varias empresas de nuestro país las fabrican, aunque la
falta de transparencia en el comercio español de armamento hace
imposible saber a dónde las venden. Además, el ejército español,
según reconoció el ministerio de Defensa, tiene un arsenal limitado
de este tipo de armas.
Actualmente está en marcha un proceso, liderado por el gobierno
noruego, que tiene como objetivo de lograr un Tratado internacional
de prohibición de las bombas de racimo. Hasta el momento se han
celebrado dos reuniones, en Oslo y Lima, y 68 gobiernos han firmado
la declaración final, en la que se comprometen a lograr este
Tratado en el año 2008.
"Es necesaria una legislación que evite que estas armas sigan
causando víctimas inocentes. El Gobierno español tiene ahora la
oportunidad de demostrar su compromiso con la paz, prohibiendo la
fabricación, venta, almacenamiento y uso de bombas de racimo en
territorio español, y apoyando de forma clara el proceso impulsado
por Noruega para lograr su prohibición internacional. No quedarse
sólo en buenas intenciones, sino en hechos", declaró Juan López de
Uralde, director ejecutivo de Greenpeace España.
Se ha documentado la utilización de bombas de racimo por fuerzas
militares de los países de la OTAN, Estados Unidos o Israel. Desde
los años 60 se han usado en distintos conflictos, como por ejemplo:
Líbano, Irak, Afganistán, Kosovo, Laos o Vietnam. Sólo en el Líbano
se calcula que tras la guerra del pasado verano, quedaron un millón
de submuniciones sin detonar.
Una bomba de racimo está formada por una bomba "contenedor" que
puede ser lanzada desde tierra, mar o aire y que, al abrirse
durante la trayectoria, expulsa cientos de submuniciones que se
dispersan por amplias superficies. En teoría, estallan cuando
alcanzan el suelo, pero esto no siempre es así.
Actúan de forma indiscriminada, no distinguen entre blancos
civiles y militares y, por sus altas tasas de error, siguen
causando muertos y heridos mucho tiempo después de que acabe un
conflicto. Afectan sobre todo a la población civil, que son el 98%
de sus víctimas. En especial los niños, que son atraídos por sus
colores y formas llamativas.
"Con este ciclo queremos mostrar las consecuencias que estas
armas provocan en víctimas inocentes ya que no matan sólo durante
los conflictos sino mucho tiempo después. Entre el 5% y el 30% de
las municiones no estallan y quedan dispersas sobre el territorio,
actuando como si fueran minas antipersonales. - declaró Mabel
González, responsable de la campaña de Desarme. - "No podemos dar
la espalda a una situación que sufren millones de personas en el
mundo. Hombres mujeres y niños mueren, resultan heridos o mutilados
y sus tierras quedan contaminadas. Debemos acabar con esta
amenaza".