Pancarta humana con forma de energía eólica en Indonesia, el día de acción global contra el cambio climático.
Los objetivos asignados a España equivalen a un premio por haber
aumentado las emisiones más que los demás países. El objetivo de
reducir las emisiones un 10% (respecto a 2005 en los sectores no
industriales) equivale a permitir que el total de las emisiones
nacionales en 2020 aumenten más del 30% respecto a 1990, es decir,
España podría aún aumentar sus emisiones el doble de lo permitido
por el Protocolo de Kioto.
Greenpeace apoya el compromiso político para aumentar el uso de
energía renovable, aunque considera que España debería asumir un
objetivo de renovables de al menos el 30%, y no sólo del 20% que le
ha correspondido, que es el mismo objetivo global europeo . "El
cumplimiento del objetivo europeo del 20% de renovables será un
paso crucial para conseguir un futuro energético seguro y limpio, y
dejar atrás tecnologías obsoletas como la nuclear y el carbón.
Además es una oportunidad para España para liderar un desarrollo
sostenible", -ha declarado José Luis García Ortega, responsable de
la campaña de energía de Greenpeace.
Sin embargo, el objetivo de aumentar el uso de biocombustibles
en el sector transporte a un 10% plantea serias preocupaciones
sobre su impacto social y ambiental, ya que los estándares de la
Comisión no pueden garantizar adecuadamente la sostenibilidad. "El
objetivo de la UE para biocombustibles es un error. La biomasa es
más eficiente cuando se utiliza en electricidad y calefacción que
como combustible para automóviles de alto consumo de energía", -ha
afirmado Frauke Thies, responsable de energías renovables de
Greenpeace para la Unión Europea.
"El Paquete de Medidas contiene una serie de elementos de
mejora, aunque tiene un inconveniente fundamental: los números de
las emisiones no suman todavía una reducción de las emisiones del
30%", -ha considerado Mahi Sideridou, directora de la Unidad
política de Energía y Clima de Greenpeace en la Unión Europea. "Tal
y como está la propuesta, se exige a los países y a la industria de
la UE menos esfuerzo del necesario a favor del clima, ya que el
objetivo total a alcanzar, consistente en reducir las emisiones el
20% para 2020, no es suficiente. La buena noticia es que el
porcentaje puede y debe ser fácilmente revisado al alza". La
Comisión ha incluido un mecanismo "automático" en sus propuestas
para incrementar el objetivo de la Unión Europea tan pronto como se
lleve a cabo un acuerdo internacional sobre el clima.
Greenpeace pide una reducción de las emisiones de la UE de un
30% para 2020, comparado con los niveles de 1990, que es el
objetivo coherente con el ya asumido por la UE de mantener la
subida de la temperatura media global por debajo de los 2ºC.
Además, el objetivo de reducción del 20% propuesto hoy por la
Comisión es débil cuando se compara con el reciente acuerdo de
Bali, según el cual los países desarrollados deberían reducir sus
emisiones entre el 25 y el 40% para 2020.
El Paquete también incluye las nuevas reglas para el
funcionamiento del Sistema de Comercio de Emisiones después de
2012. "La Comisión repara algunos de los mayores errores del
sistema de comercio actual. Entre los más importantes destaca la
reducción de la cantidad de créditos gratuitos que se otorgan y
establece las mismas reglas para todos los sectores industriales,
sin importar en qué lugar de Europa se localizan" -ha añadido
Sideridou. "Al final la Comisión cedió al alarmismo de la industria
e intencionadamente ha dejado algunos vacíos legales en sus propias
propuestas. Pedimos al Parlamento y a los gobiernos de la Unión
Europea que los eliminen".
Greenpeace está en especial desacuerdo con el número y tipo de
proyectos que tanto a los gobiernos como a las industrias se les
permitirá realizar fuera de Europa para compensar sus emisiones. La
organización ecologista pide una reducción mínima del 30% de las
emisiones dentro de la UE. Cualquier crédito obtenido a través de
proyectos externos debería ser adicional a este 30% de reducción y
tener un beneficio ambiental garantizado.
Finalmente, Greenpeace tiene serias preocupaciones sobre la
posición de la Comisión sobre la Captura y Almacenamiento de
Carbono, ya que es un tecnología que todavía no está probada, es
cara y potencialmente peligrosa, que no debería servir como excusa
para continuar construyendo centrales térmicas de carbón bajo la
promesa de que estén "preparadas para capturar".