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Greenpeace considera positivo el acuerdo por el que Corea del Norte acepta poner fin a su programa de armas nucleares

Greenpeace da la bienvenida al anuncio de que Corea del Norte se ha comprometido a desmantelar sus instalaciones nucleares.

Comunicado de prensa - febrero 13, 2007
El acuerdo demuestra que el apoyo y la participación internacional para reducir las tensiones nucleares regionales puede ser importante a la hora de construir un mundo más seguro. El ejemplo de Corea del Norte muestra que no hay diferencia tecnológica entre la energía nuclear y las armas nucleares. Cualquier tecnología nuclear es una puerta abierta al desastre.

Portada tríptico Desarme. (Enero 2007)

Ahora, este ejemplo debería ser seguido en varias otras regiones. Oriente Medio es un caso claro, dado que es una de las zonas más volátiles del mundo, y prácticamente todos los países de la zona están anunciando, de forma más o menos velada, sus intenciones de desarrollar programas nucleares (además de Israel, que ya posee armas atómicas, e Irán, que avanza en un programa nuclear del que afirma que tendrá uso civil). La única salida a esta situación es dar pasos claros hacia el establecimiento de una zona libre de armas nucleares y de energía nuclear en Oriente Medio. La alternativa, es decir, la nuclearización, añade más peligro e incertidumbre a la situación de la región, ya muy inestable.

    Al mismo tiempo, las potencias nucleares como EE UU y el Reino Unido, que están desarrollando nuevos programas de armas atómicas, deberían cumplir las obligaciones que les impone el Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP). Esto significa que no sólo deberían poner fin a esos programas sino dar pasos firmes hacia el desarme. Lo contrario mina su credibilidad cuando afrontan negociaciones internacionales para la eliminación de las armas nucleares o cuando tratan de disuadir a otros países de que las adquieran o fabriquen.

    La crisis nuclear de Corea del Norte es una herencia de la Guerra Fría. Durante la misma, EE UU instaló armas atómicas en Corea del Sur. En respuesta a ello el régimen de Pyongyang comenzó a desarrollar un programa nuclear, inicialmente de uso civil pero que luego derivó en militar. En 1994, el gobierno norcoreano y el estadounidense de Bill Clinton alcanzaron un acuerdo, por el que el primero paralizó su programa a cambio de diversos compromisos. Más adelante lo reanudó, acusando a EE UU de incumplir ese pacto, al tiempo que expulsaba a los inspectores del Organismo Internacional para la Energía Atómica (OIEA) y abandonaba el TNP. El punto más grave de la crisis se vivió en octubre de 2006, cuando Corea del Norte realizó una prueba nuclear.

    El acuerdo ahora logrado se ha conseguido en el marco de las conversaciones a seis bandas, que mantienen desde 2003 Corea del Norte, EE UU, China, Corea del Sur, Rusia y Japón. El principal punto es que Pyongyang se compromete a paralizar su principal central nuclear en un plazo de 60 días, y a permitir el regreso de los inspectores del OIEA. A cambio recibirá ayudas internacionales. Para recibir el total previsto, Corea del Norte deberá desmantelar todas sus instalaciones nucleares.

    "El ejemplo de Corea del Norte, que se ha abordado con un enfoque multilateral de negociación, conversaciones directas y diplomacia, y no de amenazas militares, es el que debería seguirse con respecto a otros programas que se están desarrollando en diversos países", ha declarado Mabel González, responsable de la campaña de Desarme .