Casi nueve años después de que los ministros europeos de medio ambiente pidieran una reforma de la legislación química, REACH, se ha aprobado hoy terminando así uno de los procesos legislativos que más lobby ha tenido en la historia de la UE. Esta nueva legislación REACH (Registro, Evaluación, Autorización y restricción de sustancias químicas) contiene algunas mejoras aunque todavía queda mucho para que sea un reglamento que asegure protección frente a las sustancias peligrosas, según las organizaciones ecologistas WWF/Adena, Ecologistas en Acción y Greenpeace.
Exhibición de Greenpeace en el Parlamento Europeo (Estrasburgo) para pedir a los responsables de la UE, una legislación, que nos proteja contra los productos químicos que pueden afectar a la fertilidad y causa cáncer.
REACH promete acabar con la falta de conocimiento sobre los
efectos para la salud y el medio ambiente de las sustancias
químicas, muchas de ellas incorporadas en productos de consumo.
Además, REACH eliminará progresivamente los usos de las sustancias
más peligrosas si existen alternativas más seguras disponibles
(principio de sustitución). Sin embargo, muchas decisiones
importantes se han pospuesto para futuras revisiones. Greenpeace
seguirá de cerca la implementación de REACH para asegurar que
alcanza, en el futuro, el nivel de protección más alto, aplicando
el principio de sustitución a todas las sustancias peligrosas.
La legislación, cuyo objetivo era sustituir a unas 40 distintas
normativas existentes, sólo constituye un pequeño paso hacia un
modelo innovador de gestión de sustancias químicas. Entre las
nuevas medidas adoptadas, las empresas deberán aportar datos
respecto a los impactos a la salud y el medio ambiente de las
sustancias químicas que importen o produzcan en grandes cantidades
Además, la nueva legislación contiene un mecanismo que obliga a
sustituir las sustancias químicas persistentes y bioacumulativas
siempre y cuando existan alternativas más seguras.
Los ciudadanos tienen el derecho de solicitar información sobre
la presencia de determinadas sustancias químicas perniciosas en
artículos de consumo. Incluso antes, las empresas químicas podían
poner en el mercado cualquier sustancia química sin suministrar
información sobre su impacto en la salud y el medio ambiente.
Además, las sustancias químicas peligrosas sólo se prohibían
después de que saliera a la luz un escándalo sobre su alta
toxicidad.
Como parte negativa de esta nueva ley, existen algunos vacíos
legales que aún permitirán el uso continuado de muchas sustancias
químicas que son conocidos cancerígenos, que provocan defectos
congénitos, enfermedades reproductivas... Otras concesiones para la
industria han sido excluir la exigencia de aportar datos
significativos de seguridad a aquellas empresas que producen y
importan sustancias químicas por debajo de 10 toneladas por año -
es decir el 60% de las sustancias químicas que entran el sistema
REACH -.
En los próximos años, los políticos europeos necesitarán
realizar un seguimiento minucioso de la puesta en marcha de la
nueva ley y de la Agencia Química europea, que se creará a raíz de
esta nueva legislación para asegurar protección efectiva a la
ciudadanía europea frente a las sustancias químicas más
peligrosas.
Por otro lado, muchas sustancias químicas "extremadamente
preocupantes" quedarán autorizadas en el mercado si los productores
afirman que la exposición a aquellas sustancias puede ser
"controlada adecuadamente". De hecho, el enfoque de "control
adecuado" no asegura la protección, ya que el ciudadano no se
expone a una sola sustancia química sino a un cóctel de sustancias
que pueden tener un efecto combinado que se desconoce. Otras
razones son, por ejemplo, la vulnerabilidad de las funciones
hormonales y de las primeras fases en el desarrollo infantil.
Destacadas asociaciones científicas, grupos de consumidores y
empresas innovadores en Europa han lanzado un llamamiento para que
todas las sustancias químicas peligrosas sean sustituidas de manera
obligatoria bajo REACH, como requisito mínimo y necesario para
proteger contra su amenaza.
Las concesiones dadas a la industria y los vacíos legales
debilitan el reglamento REACH y lo dejan vulnerable a los intereses
de la industria química. Por ejemplo, deja en manos de ésta la
posibilidad de ignorar una alternativa más segura a las sustancias
existentes y no verse obligados a presentar un plan de sustitución.
La nueva Agencia Química europea, ubicado en Helsinki, deberá
seguir de cerca la legislación para asegurar su éxito. Si no
funciona adecuadamente, las sustancias químicas peligrosas
continuarán contaminando el medio ambiente y la salud, y REACH será
en un fracaso.