Una quincena de activistas de Greenpeace ha reclamado ante la embajada de Japón en Madrid la liberación inmediata de dos de sus compañeros.
Los dos activistas fueron arrestados el 20 de junio pasado, más
de un mes después de que una investigación de Greenpeace confirmó
la información ofrecida por antiguos trabajadores de la flota
ballenera de que tripulantes de la flota traficaban con carne de
ballena procedente del buque factoría "Nisshin Maru" que enviaban a
sus domicilios particulares para posteriormente venderla para su
beneficio personal (1).
"Desde el principio ha sido evidente que el arresto y detención
y ahora la acusación contra nuestros dos activistas ha obedecido a
motivos políticos, y que intereses podnuestro derecho legítimo a la
protesta pacífica y no violenta", ha declaradoerosos en el sistema
japonés están tratando de silenciar Sebastián Losada, responsable
de la campaña de Océanos de Greenpeace. "Se trataba de algo más que
una investigación policial doméstica sobre el supuesto robo de una
caja; Junichi y Toru no habrían sido detenidos si hubieran
interceptado cualquier otro tipo de mercancía de contrabando y la
hubieran entregado a las autoridades para su investigación".
Después su arresto, Junichi Sato y Toru Suzuki fueron retenidos
durante tres semanas sin cargos, a pesar de haber ofrecido cooperar
con las investigaciones de la policía y de haber enviado, por
iniciativa propia, declaraciones por escrito sobre su
investigación, que revelaban la escala del tráfico de carne de
ballena procedente del programa de caza científica de ballenas
financiado con dinero de los contribuyentes japoneses.
"Hemos revelado un escándalo que pone todavía más en entredicho
el programa de caza de ballenas japonés y que implica el tráfico
con valiosas piezas de carne de ballena. Además, hemos destacado la
malversación escandalosa del dinero de los contribuyentes
japoneses, empleado en el denominado programa de "caza científica"
de ballenas en el Santuario Antártico", añadió. "En lugar de
perseguir a quienes denuncian estos escándalos, el Gobierno japonés
debería retirar los permisos de caza de ballenas en el Océano
Austral, liberar a los activistas y ordenar una investigación
inmediata e independiente de nuestras denuncias".
Casi un cuarto de millón de personas han enviado cartas al
Gobierno japonés demandando la liberación de Junichi y Toru así
como una investigación exhaustiva de este escándalo. Se han llevado
a cabo protestas frente a las embajadas de Japón en 35 ciudades en
30 países. Unas 30 organizaciones ambientales y de derechos humanos
han firmado una declaración de protesta o han enviado cartas de
apoyo, entre ellas Amnistía Internacional, la Red de Abogados por
el Respeto a los Derechos Humanos, el Fondo Internacional para el
Bienestar Animal, InArticle19, Transparencia Internacional, Oceana,
Ubuntu, y Oxfam.
Notas
(1) El pasado 15 de mayo, una investigación de Greenpeace
destapó un fraude de gran alcance: tripulantes de la flota
ballenera japonesa habrían estado comerciando ilegalmente con
piezas de carne de ballena de gran valor comercial. Greenpeace pudo
demostrar cómo tripulantes del "Nisshin Maru", el buque factoría de
la flota ballenera de este país, se llevan algunas de las mejores
piezas de carne procedente del llamado programa de "caza
científica" de ballenas, sacándolas del barco camufladas entre su
equipaje personal, para posteriormente comerciar ilegalmente con
ella.
Para probar este caso de contrabando, los activistas
interceptaron una caja enviada al domicilio de uno de los
tripulantes del "Nisshin Maru". Al verificar su contenido
comprobaron el fraude: la nota de la mercancía afirmaba que la caja
contenía "cartón" pero en realidad en su interior había 23,5 kg de
carne de ballena salada de la mejor calidad, valorada en 2.000
euros. Un informador declaró a Greenpeace que decenas de
tripulantes sacaron hasta 20 cajas como ésta cada uno.
Investigaciones posteriores en locales y restaurantes en diferentes
lugares de Japón confirmaron que se encontraban a la espera de la
llegada de carne de ballena procedente de la caza de este año, pese
al hecho de que la Agencia Pesquera de Japón y el Instituto de
Investigación de Cetáceos no libera la carne para su venta hasta
finales de junio.