Activistas de Greenpeace han escalado la plataforma petrolífera Centenario, a 100 km de la costa de Veracruz (México) para pedir a los líderes mundiales que en la cumbre del clima de Cancún apuesten por un sistema energético que abandone la dependencia del petróleo.
Han escalado más de 20 metros de altura para dar un claro mensaje dirigido al Gobierno mexicano y exigirle la detención de los proyectos de exploración petrolífera en aguas profundas en el país.
En las dos pancartas desplegadas por los activistas se puede leer "Stop deepwater oil drilling" (Detengan las perforaciones en aguas profundas) y "Go beyond oil" (Id más allá del petróleo) para exigir a todos los países del mundo que se reunirán en la décimo sexta conferencia de Naciones Unidas sobre cambio climático (COP 16), que comenzará en Cancún el 29 de noviembre, la necesidad de comenzar a prescindir de los combustibles fósiles.
“Este lugar prueba la incongruencia entre el discurso de Felipe Calderón, quien constantemente afirma que busca dar una lucha contundente contra el cambio climático, y la realidad que su política energética. La exploración de petróleo en las aguas profundas del Golfo de México es un riesgo innecesario que aumentará la responsabilidad de México en el problema del cambio climático. Peor aún, si tales exploraciones llegaran a encontrar petróleo, la extracción en aguas profundas distraerá aún más la atención de las soluciones reales al cambio climático, como lo son las fuentes de energías renovables, limpias y sustentables así como las medidas obligatorias de eficiencia energética”, señaló Gustavo Ampugnani, coordinador de la campaña de clima y energía de Greenpeace México.
“México debe de ir más allá de ser sede de la próxima conferencia, debe tener la calidad moral para organizarla. Estas plataformas simbolizan un futuro adverso para el clima y los ecosistemas marinos del golfo, además de que son la prueba de la contradicción que existe entre un discurso gubernamental que se rasga la vestiduras por el cambio climático y una realidad irrefutable: al gobierno de México le interesa más el petróleo que detener el cambio climático”, aseveró Alejandro Olivera, coordinador de la campaña de océanos de Greenpeace México, a bordo del barco Arctic Sunrise.
Greenpeace exige:
* La prohibición de nuevas perforaciones en alta mar y la exploración de otras fuentes no convencionales de petróleo de altos riesgo y coste.
* Eliminación gradual de las perforaciones de petróleo existentes.
* Que las empresas petroleras estén completamente aseguradas para cubrir sus responsabilidades en caso de vertidos y accidentes.
* La cancelación de los subsidios a los combustibles fósiles.
* Leyes fuertes y políticas que promuevan una [R]evolución Energética basada en las energías limpias así como en la eficiencia energética.
La PetroRig III, renombrada Centenario, es una plataforma petrolera semisumergible diseñada para perforar en aguas ultra profundas (hasta 2,134 metros), y fue contratada por Petróleos Mexicanos para operar en aguas profundas desde julio de 2010 hasta julio de 2015; el alquiler de esta instalación cuesta diariamente 495 mil dólares.
“México está a punto de hospedar la 16° conferencia de cambio climático y esto es lo que tiene para mostrar al mundo: una política energética totalmente basada en combustibles fósiles y en la extracción de petróleo de fuentes cada vez más inaccesibles y con mayores costos”, ha añadido Olivera.
El programa de exploración y perforación en aguas profundas se ha ha convertido en uno de los proyectos estratégicos para el gobierno federal de México. En total, hay por lo menos cuatro plataformas alquiladas por Pemex Exploración y Producción (PEP) para el periodo de 2008 a 2016, para explorar las áreas de la sonda de Campeche (1), Coatzacoalcos y Perdido. Para ello, Petróleos Mexicanos ha destinado una inversión total de 40,685 millones de dólares (1). Cabe señalar que en la mayor parte de los lugares en los que se ha explorado se han encontrado yacimientos de gas, de petróleo extra-pesado o bien nada. Encontrar petróleo en yacimientos a miles de metros de profundidad en el Golfo de México significará dar el comienzo a una era basada en petróleo altamente costoso, ambientalmente inviable y de mala calidad.
La exploración y extracción de petróleo en aguas profundas supone riesgos innecesarios. En abril pasado el Golfo de México fue víctima -una vez más- de lo que significa la extracción de petróleo de aguas profundas: vertidos, graves efectos sobre los ecosistemas marinos, pérdidas para las economías costeras. Antes de eso, el Golfo sufrió uno de los desastres petrolíferos más graves de la historia: la explosión del pozo Ixtoc I, en la Sonda de Campeche, en la que más de 3 millones de barriles de crudo fueron vertidos al mar durante 280 días... prácticamente hasta que se agotó la fuente. Esta tragedia era considerada la más grave de su tipo en la historia, pero quedó rebasada por la explosión de la plataforma Deepwater Horizon, de British Petroleum, el 20 de abril pasado. En sólo tres meses, BP vertió 4.9 millones de barriles al mar.
“El caso BP puso en evidencia no sólo la falta de capacidad técnica para prever y hacer frente a una emergencia en aguas profundas, sino la voracidad de las empresas, que priman sus beneficios frente a la seguridad. En México, como en España, si no se abandonan desde ya las inversiones en aguas profundas, no será posible emprender el cambio de modelo energético necesario hacia la eficiencia y el uso de las fuentes renovables que salve el clima al mismo tiempo que garantiza la seguridad de suministro”, ha añadido Sara Pizzinato, responsable de la campaña Transporte de Greenpeace en España.