Comunicado de prensa - mayo 20, 2010
Cuando se cumple un mes de la explosión de la plataforma petrolífera Deepwater Horizon, explotada por BP en el golfo de México, la marea negra que ha provocado y los dispersantes químicos que se están utilizando para luchar contra ella, suponen ya una de las peores catástrofes medioambientales que se han vivido en los Estados Unidos. Según las cifras más pesimistas lanzadas por científicos que se basan en medidas realizadas en sobre las imágenes de la tubería, el vertido podría alcanzar las 10.000 toneladas diarias.
17 de mayo: Greenpeace documenta en South Pass (Luisiana) restos importantes de hidrocarburos.
Poco después de que se produjera el vertido, Greenpeace comenzó a trabajar en la zona y a evaluar sus graves consecuencias e impactos y recientemente, expertos de la organización han comprobado la llegada de crudo a la costa de Luisiana, cerca del delta del río Mississippi. En estos momentos, más allá de la llegada de petróleo a las costas, una de las principales preocupaciones de los científicos es el descubrimiento de manchas submarinas de cientos de kilómetros cuadrados, que podrían estar provocando el consumo del oxígeno, lo que tendría consecuencias desastrosas para las especies de la zona. Este efecto podría haber sido provocado por el uso indiscriminado de dispersantes químicos con el objetivo de hundir la mancha, que la ha hecho menos visible, pero no menos destructiva.
Esta gran catástrofe pone de manifiesto que la industria petrolera no es capaz de dar solución a los graves problemas ambientales que su propio negocio genera. Por esta razón, Greenpeace ha pedido al Congreso de las Estados Unidos que establezca una prohibición de nuevas perforaciones en alta mar para evitar que estas catástrofes se repitan. Además, la organización ecologista ha exigid a Obama una ley que reactive un cambio de modelo hacia la energía limpia. Las energías renovables como la eólica y la solar, unidas a la eficiencia energética, tienen suficiente potencial para satisfacer todas las necesidades energéticas actuales.
"La industria petrolera sólo quiere ganar dinero, no es capaz ni tan siquiera de acabar en un mes con el vertido que ellos mismos han provocado", ha declarado Sara del Río, responsable de Contaminación de Greenpeace. "Sólo hay una manera de asegurar que este tipo de catástrofes no se vuelvan a repetir y es cambiando de modelo energético todas abandone la dependencia del petróleo y sea 100% renovable".
Por el momento no se conoce qué costas tocará el vertido. Una capa gruesa de crudo ha alcanzado ya las costas de Luisiana y según las imágenes de satélite parece que la mancha ha alcanzado la corriente del Lazo que en unos días podría desplazar el petróleo a las costas de Florida e incluso de Cuba. Otras tesis indican que a través de la corriente de Golfo, el crudo podría llegar hasta Europa.
Greenpeace espera que se encuentre cuanto antes una solución al vertido continuado de crudo para que se pueda empezar a conocer de forma fidedigna las consecuencias y las medidas para reducir sus impactos. Igualmente, es imprescindible que la industria petrolera se responsabilice totalmente de los impactos del vertido y que este episodio de contaminación funcione de revulsivo a las administraciones para dar un vuelco hacia un modelo energético responsable con el medio ambiente y la salud de las personas.
Por otra parte, esta mañana un grupo de activistas de Greenpeace ha escalado hasta el balcón de la sede central de la empresa BP en Londres donde han colocado una bandera en la que se podía leer British Polluters (contaminantes británicos en inglés) para denunciar el papel que la multinacional en el vertido.
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