Central nuclear de Garoña
Greenpeace se ha puesto en contacto con la Sala de Emergencias
(SALEM) del CSN para confirmar este extremo, pero su responsable ni
lo ha confirmarlo ni desmentido, sino que se ha limitado ha
declarar que Garoña estaba llevando a cabo reestructuraciones de
las barras de control. Casualmente, este es el proceso habitual en
caso de fuga para tratar de encontrar cuál es la varilla (o
varillas) de combustible que sufre la fuga.
Un fallo de esa naturaleza supone un problema grave de
seguridad, al afectar al combustible nuclear que alberga la vasija
del reactor, que es el verdadero corazón de la central nuclear. En
estos elementos tienen lugar las reacciones de fisión nuclear, que
generan gran cantidad de radiactividad. Una rotura o anomalía en
estos elementos provoca un aumento de liberación de radiactividad
al circuito primario, que finalmente puede redundar en un
incremento de los niveles de radiactividad emitidos al medio
ambiente exterior.
La central de Garoña ya ha sufrido este problema de forma
reiterada. De hecho, el 11 de diciembre de 2006 se produjo un
accidente similar. El incremento que se produjo entonces en los
niveles de radiactividad en el circuito primario, debido a las
pérdidas anómalas de radiactividad del elemento de combustible
dañado, fue la causa por la que Nuclenor se tuvo que adelantar la
parada de recarga de 2007. A pesar de que Nuclenor apantalló el
elemento de combustible roto, para tratar de minimizar la
liberación de radiactividad al circuito primario, ésta se siguió
produciendo sin remedio.
Ante el cúmulo de fallos en la instalación, conocidos a pesar
del oscurantismo de Nuclenor, Greenpeace pide al Gobierno que no
demore por más tiempo la decisión de cerrar definitivamente la
central en julio de 2009, cuando acaba su permiso de
explotación.
"No hay ningún motivo económico, ni energético, ni
medioambiental ni social al que el Gobierno pueda agarrarse para
incumplir su compromiso de cerrar inmediatamente y de forma
definitiva la obsoleta y peligrosa central nuclear de Garoña", ha
declarado Carlos Bravo, responsable de la campaña de energía
nuclear de Greenpeace.
Greenpeace recuerda que la central nuclear de Garoña está
totalmente amortizada desde hace años, que su escasa producción
eléctrica está sobradamente compensada por el incremento anual de
la aportación de las renovables, que es una instalación obsoleta
(fue inaugurada en 1971), aquejada de graves problemas de seguridad
(agrietamiento por corrosión) y que el rechazo social que genera es
manifiesto.
La vida útil de la central está más que agotada y prueba de ello
son los importantes problemas de agrietamiento por corrosión que
sufre y que afectan a diversos componentes de la vasija del reactor
y del resto del circuito primario. Problemas técnicos de gran
calado, imposibles de solucionar, a los que se suman los continuos
errores humanos en la operación de la central, que hacen que su
cultura de seguridad pueda calificarse de muy deficiente.
En lo que va de año 2009, Garoña ha tenido 9 accidentes en su
seguridad, contando con este último. En abril sufrió tres
accidentes, además de la parada forzosa del pasado día 23 provocada
por un fallo en el generador principal. El 6 de abril se produjo
otra parada no programada debido a un mal funcionamiento en una de
las válvulas de alivio/seguridad de la central nuclear, un problema
que también viene de lejos y que nunca ha sido resuelto
satisfactoriamente. Y a ello hay que sumar que el pasado 1 de
abril, cuando Garoña procedía a arrancar tras la parada de recarga
que hizo en marzo pasado, se produjo una explosión e incendio en un
transformador eléctrico de la central, suceso que causó gran alarma
entre los vecinos pero que se mantuvo en secreto por parte de
Nuclenor (la propietaria de Garoña) y del que la opinión pública
supo gracias a la denuncia de Greenpeace y Ecologistas en
Acción.