Es época de recortes, cada día nos levantamos con nuevos “reajustes” en la mayoría de ámbitos de nuestra sociedad y no le corresponde a Greenpeace valorar si esta es la política acertada para reactivar la economía española, pero si podemos -y debemos- opinar sobre las medidas y políticas que se refieren a los temas en los que trabajamos, en mi caso, clima y energía. Dos ámbitos que tampoco se han librado de los consabidos recortes.
En enero fue la moratoria a las primas para las renovables, mientras se prorrogaban, por poner sólo un ejemplo, las subvenciones al carbón. En marzo fue el recorte a la retribución de las compañías eléctricas, algo que como apunta la Fundación Renovables en su análisis se ha limitado a la actividad de distribución y puede comprometer la implantación de nuevas instalaciones renovables, mientras siguen sin solucionarse los principales problemas de la parte de la actividad de generación de energía, que pasan por sobrecapacidad de potencia instalada y excesiva retribución de instalaciones ya amortizadas como las nucleares o hidráulicas.
Algo que me llama mucho la atención de los ajustes energéticos es que suceden casi en la penumbra y que, mientras en el resto de casos la sociedad en su conjunto se echa las manos a la cabeza, de estos no parece enterarse nadie, aunque sean diametralmente opuestos a las medidas que recomienda la Comisión Europea para generar empleo, tal y como pudimos comprobar ayer. Las informaciones que si nos llegan por todos los lados, en cambio, son las declaraciones del ministro Soria alabando las prospecciones petrolíferas en aguas profundas o el día a día de un conflicto diplomático, de escala ya casi mundial, generado por la expropiación de YPF. Y, así, día a día se va formando nuestra opinión hasta que llegamos a la paradoja de que despierte más empatía en nuestra sociedad el descenso en los beneficios del Sr. Burufau, presidente de Repsol, que la ruina de algunos pequeños empresarios renovables o el paro de sus trabajadores.
Es gracias al disco rallado de los ministros Cañete y Soria que en España crece el convencimiento de que las renovables son las responsables del déficit de tarifa y que no podemos hacer más por la independencia energética que tener nuestros propios pozos petrolíferos. Recortamos y recortamos, pero nadie en este Gobierno parece preocupado por fomentar el ahorro energético aunque, según la Comisión Europea sea esencial para luchar por el clima al tiempo que se impulsa el sector de las renovables y se incentiva la reforma de edificios que puede generar de nuevo empleo en la construcción. Estos temas son los que discuten los ministros de medio ambiente y energía desde el miércoles en Dinamarca y en los que España, tan dada a obedecer los dictados europeos, no termina de apoyar las recomendaciones de la Comisión.
Será por eso que esta mañana, Rajoy volvía a pedirnos “un esfuerzo más”, se me ha ocurrido que quizás ha llegado el momento de que se esfuercen ellos: en ver más allá del beneficio individual de algunas empresas y recordar que el futuro que se debe garantizar desde el Gobierno no es el de cuatro empresarios o el propio sino el del conjunto de un país.
Aida Vila (@Aidavilar), responsable de la campaña de Cambio Climático de Greenpeace