El Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) anunciaba en su último pleno del 3 de febrero el plazo en el que tienen previsto emitir al Ministerio de Industria el informe sobre la idoneidad  de la reapertura de Garoña. “Está previsto que la remisión de dicho informe al Minetur se produzca durante el segundo semestre del presente año”, sentenciaba una breve nota del CSN tras una larga reunión en la que el consejo regulador daba luz verde a varias de las actuaciones incluidas dentro del proceso de evaluación para la reapertura de Garoña.



Pero, ¿qué relevancia tiene el informe del CSN?

El informe del CSN sobre Garoña es probablemente una de las decisiones más relevantes que van a marcar el futuro de todo el parque nuclear español. De emitirse un informe negativo, la vieja central de Garoña estaría condenada al desmantelamiento, pero si es favorable, el Ministerio de Industria tiene en su mano darle el ok a la reapertura por 17 años más, hasta los 60 años de vida útil. Esta situación es inédita en España, y podría marcar un precedente para el resto de centrales nucleares cuyas licencias también expirarán en los próximos años. Se trata por tanto de una decisión que marcará el futuro energético en nuestro país.

Y ¿qué significa que el CSN tenga el informe listo para dentro de unos meses?

En el anuncio del CSN no se explicaban las razones por las que establecía un plazo concreto para la emisión del informe. Lo que sí sabemos es que el CSN tiene sobre la mesa una Instrucción técnica con 22 requisitos de seguridad que la central tiene que cumplir para poder reabrir. Estos requisitos están relacionados con modificaciones derivadas de las pruebas de resistencia post-Fukushima, otros asociados a la operación a largo plazo, condicionantes de integridad estructural, y un largo etcétera. Es decir, el cumplimiento de requisitos no es una cuestión baladí, y de su estricto cumplimiento depende la seguridad de miles de personas, porque si una una central nuclear en sí misma ya entraña riesgos, una con fallos de seguridad es un riesgo que no deberíamos asumir.

Ayer, Cristina Narbona, miembro del pleno del CSN y cuyos votos suelen ser discrepantes con la mayoría del pleno, difundía su voto particular en el que aclaraba su discrepancia en relación al proceso de evaluación para la reapertura de Garoña, y en concreto sobre el plazo para emitir el informe. Decía que el Consejo debería posponer los asuntos para la toma de decisión sobre Garoña, recogiendo la necesidad de debatir y explicar ante la opinión pública las implicaciones de autorizar ampliar la vida de un reactor nuclear hasta los 60 años.

Finalizaba así: De todo lo anterior se evidencia que esta consejera no está introduciendo “elementos políticos” en la tramitación de la solicitud presentada por Nuclenor ante el MINETUR y remitida al CSN, ya que todos y cada uno de los argumentos que contempla este voto particular se refieren a la calidad de los procedimientos que garantizan la máxima seguridad nuclear y protección radiológica.

Desde Greenpeace consideramos fundamental la transparencia en materia de seguridad nuclear, la participación pública y la garantía de que se no se tomen decisiones si no se cuenta con las mejoras técnicas necesarias.

Es preocupante que pueda haber consejeros en el CSN que sí introduzcan “elementos políticos” en sus decisiones. Es preocupante que pueda haber votos particulares sobre las decisiones del pleno del CSN que no garanticen la máxima seguridad nuclear.

Necesitamos un CSN realmente independiente, con independencia de todos los consejeros y consejeras del CSN.