Si, lo sé no hemos puesto fin a la caza comercial de ballenas, y tenemos que hacerlo, pero seguimos luchando para conseguirlo y esta vez hemos dado un gran paso, un paso de gigante.

Islandia, tras más de dos años parada, ha reabierto este año su caza de ballenas. Esta cacería rompe la moratoria a la caza comercial de ballenas establecida por la Comisión Ballenera Internacional (CBI), algo vergonzoso. La mayor parte de lo capturado irá a los mercados de Japón, donde se acumula carne congelada sin vender de temporadas anteriores. Tanto han bajado las ventas en Japón que intentan darle salida usando la carne de ballena en comida de lujo para perros. Y en su viaje desde Islandia a Japón hay muchos puertos.

La semana pasada, activistas de Greenpeace interceptaron un barco de 336 metros de largo, que intentaba atracar en el puerto alemán de Hamburgo, con el objetivo de transferir seis contenedores con carne de ballena, procedente de Islandia. Los activistas de Greenpeace escoltaron al barco, y denunciaron el caso ante el Gobierno alemán. Alemania no caza ballenas, y como muchos países en el mundo está en contra de su caza comercial de ballenas. Este miércoles, nuevamente activistas de Greenpeace, abordaron otro barco, que intentaba llevarse la carga. La protesta logró su objetivo, y la carga no partió a su destino: Japón.

Aunque solemos criticar a Islandia y a los islandeses, por la caza de ballenas, en Islandia no todos apoyan la caza de ballenas, pese a que parezca lo contrario. De hecho la carne de ballena no es popular allí, aunque se pueda ver en algunos restaurantes, pero principalmente es para algunos turistas. Lo que si que apoyan los islandeses es el avistamiento de ballenas, ya que da muchos más beneficios. Sólo el año pasado unas 175.000 personas fueron a ver nadar ballenas en libertad a Islandia. Los contenedores y por tanto la carne pertenecen a la única empresa en Islandia que sigue haciendo negocio con esta caza, que este año ya ha matado entre 20 y 35 rorcuales comunes (Balaenoptera physalus) a pesar de la prohibición global.

Tras la caza, el objetivo de los balleneros es exportar la carne de Islandia a Japón,  a pesar de que el comercio de estas especies está prohibido por la Convención Internacional sobre Tráfico de Especies Amenazadas de Fauna y Flora (CITES), de la cual Alemania junto a otros 180 países es miembro, y solo Islandia, Japón y Noruega se oponen. De hecho, la carne iba etiquetada como “pescado” para pasar inadvertida por todos los controles alemanes.

Los activistas de Greenpeace, además de subirse a los cabos, denunciaron este hecho a la empresa transportista “Evergreen”,  que tras conocer los hechos manifestó en un escrito público que no transportaría más carne de ballena. Pero eso no es todo, la única empresa de transporte que hasta el día de hoy se había encargado de sacar la carne de Islandia, “Samskip“, también hizo lo mismo, y declaró que no volvería a involucrarse en el transporte de carne de ballena, y que devolvería la carga nuevamente a Islandia.

Gobiernos como el alemán y el holandés han cerrado sus puertos al tráfico de carne de ballenas, dos empresas de transporte a nivel mundial han decidido no involucrarse más con esta mercancía. Hemos conseguido cerrar otra puerta más que nos acerca un poco más al éxito de conseguir que se ponga fin la caza comercial de ballenas.

Celia Ojeda (@Celia_Ojeda) responsable de la campaña de Océanos de Greenpeace