“Acopien comida y bebida para dos días y no salgan de su habitación. Si las paredes comienzan a romperse agarrense a tuberías y no intenten soltarse. Pónganse en contacto con su consulado”.
Esto decía la nota que nos dejaron en la habitación cuando regresábamos de filmar imágenes y visitar a los habitantes de un pequeño pueblo al sur de Vanuatu que se estaban preparando para refugiarse del ciclón en una iglesia. Rodeados de paredes de hormigón la alerta roja por el ciclón Donna no parecía muy amenazadora. Pero Donna tampoco parecía amenazadora para las gentes de Efate que salían de sus casas de mimbre y planchas de metal y se dirigían a refugiarse en la iglesia. El único edificio de hormigón de todo el pueblo.
La naturalidad con que mayores y jóvenes te hablan en Vanuatu de cambio climático es sorprendente. En Vanuatu no nos hemos encontrado a ningún negacionista. Allí han comprobado que el cambio climático existe. Donna es el segundo ciclón del mes, en un periodo donde no son frecuentes los ciclones. Pero en el centro meteorológico del Ministerio de Cambio Climático (sí, tienen un ministerio de Cambio Climático) nos alertaban, “cada vez son más intensos y cada vez más llegan fuera de temporada”. Sus declaraciones concuerdan con las cada vez más frecuentes separatas científicas que relacionan el cambio climático con los fenómenos meteorológicos extremos.
Pero en Vanuatu la población no tiene dónde esconderse. La geomorfología volcánica del archipiélago no facilita la relocalización de sus habitantes. En mitad del Pacífico sur la exposición a fenómenos naturales y la pobreza en la que vive el país con ausencia de infraestructuras de refugio le ha otorgado esta fama internacional.
Ha pasado el ciclón, sin lamentar víctimas pero con estragos en un pueblo que visitamos esa misma mañana. El cauce se ha desbordado y la ladera se ha desplomado llevándose parte de las humildes casas. Los niños juegan como si nada en el río y entre las inmensas raíces de un árbol centenario que también se ha llevado el ciclón y que afortunadamente, no cayó del lado de las casas. Esa misma tarde visitamos un pueblo de pescadores que ya ha trasladado su pueblo tierra adentro porque el “mar ha subido y se nos mojaban las casas”.
Y así, en menos de 48 horas Greenpeace recoge testimonios del día a día de estas personas que conviven desde hace años con los impactos del cambio climático. En 48 horas Vanuatu nos ha recibido con todas las evidencias de este cambio global. Un país cuyas emisiones per cápita son 10 veces menores que las de cualquier persona en España y que sin embargo duplican el nivel promedio de subida del nivel del mar. Porque todas las políticas que evitan acciones reales para frenar el cambio climático en el Estado español, en Europa y en el resto de países del norte tienen efecto directo en países como Vanuatu. Por eso es importante que exijamos al Gobierno de Mariano Rajoy que se tome en serio y de forma urgente el cambio climático para que deje de gobernar en favor de las eléctricas y pensando en las personas. En las personas de sonrisa eterna como las gentes de Vanuatu.