El pasado viernes Greenpeace firmó en San Sebastián el denominado Pacto de Usurbil. En él, la sociedad civil se ha unido para pedir a la Diputación de Guipúzcoa que no construya una incineradora en Zubieta. Ésta planta hipotecaría para décadas el futuro, no sólo económico de la zona, sino también sanitario y ambiental, debido a los altos niveles de contaminación y emisiones de gases de efecto invernadero que producen estas instalaciones.
En el Pacto de Usurbil se proponen alternativas, como no podía ser de otra manera, para hacer que la recogida y el reciclaje suban hasta el 85% de lo que se tira a la basura. Esto haría totalmente innecesaria construir una incineradora. También se exige en el mismo una oportunidad para mostrar las bonanzas del sistema Puerta a Puerta (que ya funciona en otros muchos municipios vasco y catalanes) y pide una moratoria de 6 años antes de plantearse construir un gran horno para quemar nuestros residuos, dilapidando recursos naturales y dinero público.
Pero los políticos que deben decidir sobre esta importante cuestión, con la Diputación de Guipúzcoa a la cabeza, parece que tienen claro el camino que quieren seguir. Y es, hacer trampa, coger el camino fácil, vender falsas soluciones y mirar solamente por intereses particulares. Así, anuncian que ya tienen decidido seguir adelante con su enloquecido plan de construir una incineradora en Zubieta. Que fácil parece decidir desde un despacho o un caro restaurante en una comida de negocio, el futuro de decenas de miles de personas. Por eso, desde Greenpeace seguiremos trabajando para demostrar que hay soluciones más baratas y, sobre todo, mejores para la salud y el medio ambiente.
Julio Barea, responsable de la campaña de Contaminación de Greenpeace